Capítulo catorce

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|sentimientos|

Mel fue la primera en despertar.

Se duchó, se arregló y salió rápido del departamento, sin siquiera avisarle a Wakasa, quien seguía durmiendo.

¿Recuerdan que Mel necesitaba hablar con alguien?

Bueno, ahora estaba en el cementerio.

Era la única persona ahí, aparte del cuidador y loa espíritus de las personas que yacían descansando.

Caminaba con rapidez por los pasillos, tratando de buscar aquella tumba que solía visitar, hasta que la encontró.

Tumba familiar de los Sano

Soltó un suspiro, antes de sentarse frente la lápida, dejó aquel ramo de flores que había traído consigo y las ordenó con calma.

—Hola, Shini. —saludó.

Solía venir a visitarlo bastante seguido, le gustaba ir ahí y hablar con él, le gustaba contarle todo en su vida, así como había sucedido hace unos años.

—Te traigo un cahuin. —murmuró

Tomo una gran bocana de aire, antes de soltarlo.

Shinichiro ya sabía de todo, conocía la historia de su madre, de su tío, y el porqué estaba viviendo con su amigo, ella se había encargado de relatarte todo como si él aún siguiera con ellos, así que contarle lo que estaba sucediendo en ese momento de su vida fue como si le contará un gran secreto.

Mel se sintió como si ambos tuvieran diecisiete otra vez, no pudo evitar reír ante ese pensamiento.

—¿Te acordai que estoy viviendo con el Waka? —le preguntó a la tumba. —Hace más de un mes, creo que ya van a ser dos, él está bien por si lo preguntas, me aseguro de que coma bien, todos los días le hago el desayuno, porque siempre me tira de la cama para que yo sea la primera en levantarse.

Su conversación empezó animada, ella mostraba una gran sonrisa en su rostro.

Relató todo, lo que siempre preparaba para el desayuno, su entrenamiento y lo rápido que había avanzado según Benkei, hasta bromeó con que podría ganarle una pelea al pelinegro, también le contó sobre el bebé recién descubierto de Takeomi.

Hasta que llego a lo que había venido.

—¿Te acordai que una vez te dije que me gustaba el Waka? —preguntó con la voz temblorosa.

Sentía como su mentón tiritaba y como sus ojos se llenaban de lágrimas, no sabía por qué, pero sentía una presión sobre ella, una presión que podía descifrar fácilmente que era.

—Tenía como dieciocho años, fue después de mi cumpleaños, cuando se portó muy lindo conmigo, cuando me arregló el cumpleaños. —sonrió ante el recuerdo.

Cerró sus ojos mientras sentía como una lágrima se deslizaba por su mejilla.

Esos eran días felices, días que se veían tan lejanos, días que habían sucedido hace años y que daría todo por volver a vivir.

Flowers |Wakasa Imaushi|Where stories live. Discover now