Capítulo ocho

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|el inicio|

Varios años antes.


Una cabellera rojiza se hacía notar entre los pasillos de aquella escuela, Melione, quien ese entonces debería tener entre unos dieciséis o diecisiete años, caminaba tranquila, ignorando a su alrededor aquellas personas que trataban de hablarle, puesto que solo eran tipos raros que le hacían comentarios sobre su apariencia.

Mel, siempre había llamado la atención de las personas, los comentarios insultantes hacia su cuerpo rellenito o hacia su cabello tan llamativo era lo más común, aunque también habían aquellos "piropos" que no hacían más que incomodarla.

Ella no tenía amigas, después de haber conocido a Shinichiro junto a Takeomi se le había dificultado hacer amigos, aunque a decir verdad, siempre se le había dificultado hacerlos.

Quizás conocer a esos dos había sido un milagro.

La hora de salida había llegado ya, es por esa razón que la muchacha se encontraba caminando por los pasillos, iba en busca de sus dos amigos.

Observó como alguien alzaba su mano, y saludaba hacia ella, corrió hacia ellos, saltó hacia el primero que vio.

-Algún día nos vas a matar. -dijo Shinichiro mientras escuchaba las quejas de su amigo.

Mel se había lanzado hacia Takeomi, y él, por obra y gracia del espíritu santo había alcanzando a tomarla.

-Lindos calzones Melmel. -el comentario de uno de los estudiantes se escuchó entre los tres.

Ella, quien escucho perfectamente aquel comentario, dejó de abrazar a Takeomi, y se dio vuelta para mirarlo, su rostro se tornó serio, su ceño estaba fruncido, sus ojos recorrieron a aquel muchacho de arriba a abajo, y luego simplemente lo ignoró, para acercarse a saludar a su otro amigo, abrazándolo por los hombros.

Sin embargo, Takeomi fue detrás de aquel muchacho, de ahí no iba a salir totalmente ileso, no después de aquel comentario.

Una de las razones por la cual Mel no tenía más amigos era por culpa de Takeomi, a Shinichiro le gustaba decir que él los asustaba lo suficiente como para que no se les acercara nadie, pero todos sabían que eran los golpes que Takeomi daba a aquellos que no sabía controlar las palabras. Por otro lado, su posibilidad de hacer amigas también era casi nula, en esta ocasión, Shinichiro tenía la culpa, ya que siempre estaba tratando de coquetear con alguna.

-¿Qué harán hoy? -preguntó Mel mientras enredaba su brazo en el del contrario.

-Probablemente algo estúpido.

-Siempre estas haciendo cosas estúpidas. -le recordó. -No sería novedad.

El pelinegro se encogió de hombros, luego él asonrió antes de caminar más rápido hacia la salida, arrastrando a la muchacha en el proceso.

Una vez a fuera, ambos vieron como su otro amigo volvía con ellos, Mel, ignoró el hecho de que sus manos se veían diferentes, pues su atención se dirigió a sus únicos dos amigos quienes estaban jugando piedra, papel o tijera para ver quien llevaría a la muchacha.

Siempre hacían lo mismo, era lo más coherente que se les había ocurrido.

Dieron un pequeño paseo hasta la casa de la muchacha, en donde la dejaron, se aseguraron a que entrara a salvo y se pusieron en marcha a quien sabe donde.

Siempre hacían lo mismo, la iban a buscar, a dejar, era como si tuviera una pequeña escolta, se sentía querida por ellos, así que no le importaba el hecho de que la protegerieran de más en alguna ocasiones.

Flowers |Wakasa Imaushi|Where stories live. Discover now