Capítulo uno

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|tiempo después|

Pasos pequeños y sigilosos era lo único que se podía escuchar en aquel lugar, además de un ligero canto producido por las cuerdas bucales de aquella muchacha.

Caminó tranquila por unos minutos sin parar, hasta que finalmente se detuvo frente algo.

Se arrodillo en el suelo, dejó el ramo de flores a su lado, y finalmente observó lo que estaba frente a ella.

Tumba familiar de los Sano.

—Buenos días, Shini. —murmuró. —Buenos días, Emma.

Alzó su mano para rozar aquella lápida,  sus dedos recorrieron con calma la piedra frente de ella.

Hacia tiempo que la muerte de Shinichiro había llegado a su vida, había sido un momento bastante doloroso para ella y para sus amigos, pero el tiempo había ayudado a sanar sus heridas, y por mucho que haya sufrido en aquel entonces, Shinichiro se convirtió en uno de sus recuerdos más preciados.

Un bello recuerdo del pasado y de su primer amor.

Por otro lado, la muerte de Emma aún se sentía reciente, aún cuando ya habían pasado dos años, aún le dolía recordarla, era una presión en el pecho que le hacia llorar cada vez que venía a visitarlos, aquella muchacha a la que había considerado su hermana pequeña había muerto demasiado joven.

Ambos habían muerto joven.

Aunque no sólo había muerto ellos, un tercer hermano también había fallecido, aunque nunca lo llegó a conocer.

El cabello pelirrojo de Mel se movió con el viento en el momento en que junto sus manos y cerró sus ojos.

Esa era su manera de hablar con ellos.

Pasaron los minutos y ella finalmente abrió los ojos, se levantó de donde estaba, se despidió de ellos y comenzó a caminar, arrastrando una pequeña maleta que había traído con sigo.

La vida de Melione después de la muerte de Shinichiro fue tranquila, los primeros meses fueron duros y tristes, pero no solo había sido para ella, aquel grupito de cinco integrantes siempre había dicho que si en algún momento uno se iba, una parte de sus almas se iría con aquella persona, lamentablemente aquello había sucedido bastante antes de lo que tenían planeado, y cada uno se vio afectado de distintas maneras.

Pero el paso del tiempo ayudó a sanar a cada uno, y cuando las cosas estuvieron mejor, se vieron envueltos en otro problema, la mudanza de Mel.

Hacia tiempo que uno de sus tíos se encontraba en mal estado, por lo que ella iba a visitarlo cada vez que podía, no había problema en ello, iba y venía cada pocos semanas, era un viaje largo pero al que rápidamente se acostumbró.

Aunque un mes después de la muerte de Emma malas noticias azotaron a su familia, su madre había enfermado.

Camino por aquel cementerio, arrastrando su maleta, con otro ramo de flores en sus manos, unas preciosas flores que había comprado en una florería de camino, se detuvo frente a otra tumba e hizo lo mismo que había hecho antes.

Se arrodilló frente a ella dejó el ramo de flores a los pies de esta y junto sus manos frente.

Esta vez lo hizo frente a su tumba familiar.

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