Capítulo trece

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|bebé|

Las manos rasposas de Wakasa se deslizaban con tranquilidad por la espalda de Mel, acariciando con cuidado la suave piel pálida de la muchacha.

Estaban acostados en la cama, aún sin ropa, ella estaba abrazada a él, su cabeza descansaba sobre sobre el pecho del joven.

Estaban en silencio, no necesitaban hablar, estaban bien así.

Una sonrisa se formó en el rostro de la joven al sentir como los labios de Wakasa besaban la frente de la muchacha.

Podía sentir como aquella mano que estaba en su espalda comenzaba a descender, acariciando más de su piel, más allá de lo que tapaba la sabana que apenas los cubrían.

—Oye Mel, ¿Estos son buenos? —la voz de Takeomi la saco de sus pensamientos. —Melimel.

Ella se giró hacia él.

—¿Dijiste algo? —preguntó.

—Andas distraída. —le dijo.

—Un poquito. —respondió, aún sin tomarle mucha importancia a la conversaciones. —¿Qué decías?

Takeomi alzó sus manos y le mostró dos latas de lo que parecían ser conservas.

—¿Estos son buenos? —volvió a repetir.

Estaban en medio del supermercado, la despensa del departamento de Takeomi se había quedado vacía, y como Senju no tenía ganas de ir a comprar algo con la tarjeta de su hermano, había obligado al mayor a comprar comida.

Pero aquel pelinegro no sabía qué cosas comprar.

—¿Para que quieres unos duraznos en conservas? —preguntó.

—No se... pa hacer ponche. —respondió, antes de echar las latas en el carrito.

Como no sabía que comprar, había traído a rastras a su amiga, la cual iba distraída mientras echaba cosas en el carro, sumida en sus pensamientos.

Tan callada que incluso Takeomi se había dado cuenta, y ella era de las que hablaban hasta por los codos.

—¿Qué se supone que haces? —preguntó al sentir la mano del contrario en su cabeza.

Sentía como le apretaba con fuerza y la movía de un lado a otro.

—Te estoy leyendo la mente. —murmuró antes de hacer un extraño ruidito.

Mel comenzó a reír al escucharlo, su amigo hacia cosas muy raras.

—Así no vas a conocer los secretos de mi cabeza.

Takeomi solía recurrir a aquellas cosas, siempre molestando a la joven para que le diga lo que sucedía y aparentemente si le funcionaba hacer todo ese espectáculo.

Al menos asi consiguió sacarle varios secretos sucios en el pasado, como la vez que le confesó que estaba enamorada de Shinichiro, o cuando participó en un trío con el mayor de los Sano y con Wakasa.

Aun se reía cuando se acordaba de ese último secretito, y se reía aún más fuerte cuando pasaron un susto de embarazo.

—Algo hiciste y todavía no me dices. —dijo el muchacho mientras le picaba las costillas.

Flowers |Wakasa Imaushi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora