CAPÍTULO 58

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“Mascotas”

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“Mascotas”

Baja.

Eso es lo único que dice en todo el trayecto. Lo hace cuando la camioneta estaciona en un predio, ubicado en uno de los condominios privados de la ciudad.

Los portones eléctricos se abren y al salir del vehículo, quien iba como acompañante del conductor se me pega, pechándome para que avance.

Un jardín cargado de verdes vibrantes de me da de lleno. La excentricidad me abruma, la vegetación exótica me pone a verlo todo con una mezcla de extrañeza y fascinación.

—Bienvenida a mi humilde hogar, Diavolessa —mueve la cabeza e inmediatamente suelta esas palabras, su siervo me agarra del brazo, apresurando mi andar al interior de una casa que por fuera aparenta opulencia y desmesurado derroche de dinero.

—Sé caminar sola —me retuerzo pero el tipo se afirma con ganas.

—Prefiero que tengas un ameno guía —sisea Kenzo—. Que me hayas hecho una paja en el bar no significa que confíe en ti.

Se sonríe y cuando creo que por fin tendré la libertad de moverme el ladrido feroz de dos perros me paraliza.

Los canes se me aproximan con sigilo, enseñándome amplias dentaduras y un comportamiento agresivo.

—Tus... Mascotas.

—Les encanta la carne premium.

Los tengo cada vez más cerca y dicha cercanía atemoriza. Sé que los animales perciben el miedo pero me es imposible no exteriorizarlo cuando entiendo que la raza Doberman es peligrosa si se siente bajo amenaza y mortal, si a la vez, los ejemplares están adiestrados.

Los ladridos se tornan una serenata de terror y retrocedo hasta chocar con el matón de la camioneta, quien se ofrece de pared de contención para que los perros sigan avanzándome.
La saliva les corre con espuma en el hocico y su porte temerario me hace respirar con dificultad.
El prestamista no los llama, nos los frena ni los aleja de mí, por el contrario carcajea gozando de un juego que me está poniendo realmente nerviosa.

Llegan a mis piernas y me mantengo erguida al notar los colmillos rozar mis rodillas.

En el acto observo que si hubieran querido morderme se habrían lanzado directo a mis muslos, mis brazos y mi cara... Pero no lo hicieron.
Me están amedrentando, me atemorizan marcando su territorio y poderío dentro del predio.

Pulpo tiene razón. Los trae muy amaestrados.

—Khan y Kron odian las visitas inesperadas. Se sienten incómodos cuando ven carne tentadora que no pueden comer.

Dancing in the Darkness © +21Where stories live. Discover now