CAPÍTULO 30 Parte II

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Reto para actualización 30 Parte III hoy

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Reto para actualización 30 Parte III hoy

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—¿Qué quieres cría irreverente? ¿Qué corra como pendejo precoz de verga parada a darte otra cogida como la de hoy en la tarde? —su voz, baja. Es muy grave y tosca. Algo que no sabe ser gruñido, ronroneo ni siseo pero que a mis oídos tiene sabor a melodía—. Contesta.

Trago saliva, el corazón me late acelerándose y siento un leve ardor en el pecho producto de la adrenalina que él me despierta.

—Estoy sola en el departamento —musito sonrojándome—. Acabo de salir de la ducha. Estoy caliente y no puedo dejar de pensar en cómo te follaste mi boca.

Hace una pausa. Es tal el silencio que reina que puedo oír su forma pesada de respirar.

—Eso no contesta a mi pregunta —susurra.

—No —suspiro profundo—. Y esto tampoco, pero quiero que sepas que toqué todo mi coño y te dediqué mi orgasmo bajo el agua. Jugué con mis dedos y nada se compara con tu monstruosa polla y tu delicioso piercing —me relamo los labios sacando de la caja el aparto fuscia, de goma—. Así que sí. Sí me gustaría, quiero y exijo que no sean accesorios ni mis manos sino tu verga gruesa, rugosa y con perlas de acero en la punta lo que tenga partiendo cada parte de mi cuerpo justo ahora.

Su agitación se entrelaza con su risa maliciosa, perversa, exquisita.

Demasiado varonil, demasiado extasiante, demasiado estremecedora.

—Entonces recuerda, mi vida, que yo no estoy para satisfacer tu carne cuando te plazca.

Me arde la entrepierna y me quito la toalla llevando la mano a mi muslo, abriendo mis pliegues y untando mis dedos de los jugos que con su tono y sus palabras empiezan a mojar mi sexo.

—¿Ah no? ¿Y para qué me sirves entonces? —musito.

Otra pausa nos embarga. Sus inspiraciones son mi elixir. Puedo escuchar el leve sonido que hace su cuerpo y se me vuela la maldita cabeza al imaginar que sus manos tan grandes aprietan su tallo, toqueteándose mientras me desafía por teléfono.

—Para llenarte de regalos caros —gime en una posesiva respuesta—. Regalos obscenos, grandes y costosos. Regalos que luego exhibirás para mí, que usarás sólo conmigo y de los que harán de ti en mi poder, lo que se me dé la recalcada gana. Sirvo para cogerte duro a cualquier hora que yo quiera, en donde se me ocurra y de la forma que mis fantasías lo exijan —mi respiración se torna profunda, me echo hacia atrás recostándome en la cama, alzando una pierna y repasando mi raja que se empapa con él—. Sirvo para hacerte correr, y lamer todo lo que salga de ese coño apretado y delicioso. Pero también sirvo para protegerte, cuidarte y mostrarte frente al que sea como mi trofeo adorado.

—¿Qué me vas a obsequiar? —le susurro.

—Lo que quieras.

Me retuerzo, se me escapa un gemido fuerte y me muerdo el dorso de la mano, procurando ocultar mi excitación.

Dancing in the Darkness © +21Where stories live. Discover now