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Lo que la verdad esconde:

~*~

No había dormido nada aquella noche. Nada.

Los informes que había hecho al regresar al zoo, tras aquel «momento» con Jennie, claramente necesitarían varias revisiones. Mejor destruirlos y empezarlos de nuevo, porque no estaba segura de no haber escrito una y otra vez: «Oh, joder. Nos hemos besado», y no creía que al zoológico de San Diego le interesara su vida sentimental hasta ese punto.

La noche entera pensando en qué decirle, cómo explicarle que sus vidas se habían cruzado antes de que ella se trasladara a Cleveland. Mucho antes. En un puto campamento de verano que había cambiado el rumbo de su vida entera. Una maldita mariposa batiendo sus alas en el puto Congo Belga y, doce años después, una castaña en un parque le da la vuelta a todo su universo. Tenía ganas de gritarle: «¿No te das cuenta de las molestias que se han tomado para darnos esta oportunidad a ti y a mí?», «Joder, ¿no lo ves?». Porque podía no haberse mudado con su familia a los Estados Unidos. Podía haber sido otro país. Podía no haberse ido a aquel campamento. Podía no haberse dejado el diario debajo de su almohada. Ella podía no haberlo leído. Podía haberse comprado la casa en cualquier otra zona de Cleveland. A Darwin podría no haberle gustado tanto el Parque Edgewater. De las miles de personas con las que Jennie se había cruzado a lo largo de su vida, podría haberse enamorado de cualquier otro, pero se había enamorado de Kai; un mal menor y necesario en toda aquella historia. Kai podría haber encontrado aquel trabajo cojonudo en cualquier otra ciudad o país o simplemente quedarse en el suyo. Kuma podría no haber existido en sus vidas si el chico no hubiera cedido ante los deseos de Jennie. Ambos podrían haber alquilado su casa en cualquier otra zona de Cleveland. Tantas cosas podrían haber salido mal, que era difícil de creer que no lo hubieran hecho. Un jodido milagro.

Y es que las posibilidades de que las dos no hubieran vuelto a verse nunca habían sido ampliamente superiores desde el principio. Mil millones contra una y, aun así, las piezas de aquel dominó habían ido cayendo una tras otra, al ritmo perfecto, a la distancia adecuada y sin que ninguna de las dos se diera cuenta de a dónde las estaban llevando.

Al mismo parque, el mismo día, a la misma hora. Doce años después.

«Deberías llamarme Jennie Kim».

Una oportunidad entre un millón para descubrir cómo podían hacerse sentir con tan solo una mirada, para que la llamara imbécil una y otra vez sonriendo de aquella manera, para hacerla reír y poder secarle las lágrimas con los pulgares, para reconfortarla si estaba disgustada. Una oportunidad entre un millón para retomar aquello que se quedó a medias entre dos adolescentes. Para enamorarse.

Aquel era el mejor puto regalo del mundo y la coreografía mejor ejecutada de la historia de la danza.

Joder, ¿no lo veía? Porque ella era incapaz de enfocar nada más, la verdad.

Tras volver del zoológico la noche anterior le había escrito un sencillo mensaje al que la castaña no había respondido hasta altas horas de la madrugada, señal de que tampoco ella podía conciliar el sueño.

«Jennie Kim»

Última conexión 3:54

LISA: Necesito hablar contigo.

JENNIE: Mañana Kai no va a estar en casa.

Era todo lo que se habían dicho desde que Jennie le pidió que se fuera. Dos líneas donde antes mantenían conversaciones de horas. Tenía tanto miedo de que la coreana le pidiera que se alejara de ella, que debía adelantarse. Una oportunidad para influir en la decisión que fuera a tomar después de haberse besado de aquella manera. Porque se había roto el equilibrio que con tanto esfuerzo habían estado manteniendo durante los últimos cinco meses, y no tenía ni idea de qué podría suceder a continuación, pero sabía lo que quería: a Jennie.

Destiny : Diario de Jennie Kim 《Jenlisa》Where stories live. Discover now