Destiny : Diario de Jennie Kim 《Jenlisa》

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Let it snow:

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Ocho de la mañana de un sábado.

Kuma estaba extremadamente emocionado y la seguía por la casa como si temiera quedarse en tierra si no prestaba la máxima atención a todos y cada uno de sus movimientos. Ladró impaciente cuando tardó más de la cuenta en preparar la mochila con una muda de ropa limpia, agua, comida de supervivencia en forma de galletas y chocolate, bocadillos y una toalla para poder secarlo a él si le daba por revolcarse por la nieve. Porque por supuesto que allí iban: a la nieve.

Le había dado muchas vueltas durante el tiempo en que Lisa había necesitado su espacio, sopesando de qué forma podría animar a la chica de pelo corto, y al final le pareció que era una idea perfecta eso de irse a la nieve con sus perros. Desde que se había convertido en la responsable dueña de una pequeña bola de pelo café, todos los planes que tuvieran más de tres o cuatro horas de duración debían incluir también a Kuma; había tenido suerte al conocer a Lisa, porque sus planes incluían a Darwin y así todos salían ganando. Y no solo había tenido suerte de conocer a la veterinaria por aquello de que también tenía mascota, aparte de eso sus personalidades encajaban a la perfección. Con ella no se había sentido nerviosa ni incómoda en ningún momento, ni siquiera al principio; como le solía pasar.

Se conocían desde hacía apenas tres meses y su relación era más intensa e íntima que muchas de las que mantenía con amigas de hacía años. Con Lisa podía hablar de todo y de nada a la vez, mantener las conversaciones más profundas imaginables por la mente humana o simplemente discutir lo genial que había sido que expulsaran al último eliminado de The Voice. Era así de fácil y por eso la había echado tanto de menos aquel último mes. Le había costado cada gota de fuerza de voluntad que albergaba en su interior respetar el espacio marcado por la tailandesa tras el mazazo emocional que le supuso la ruptura con Irene, y le había acarreado tanto esfuerzo por dos razones fundamentales: la primera era porque estaba muy preocupada por su amiga y la segunda, porque necesitaba con desesperación volver a tener su dosis de Lisa diaria. Se llevaba fenomenal con Rosé y con Jisoo, y había quedado con ellas varias veces en aquel intervalo de tiempo, pero no era lo mismo. Si se paraba a pensarlo, estaba claro que no era lo mismo, porque si le daban a elegir entre quedar con Rosé o con Jisoo, le daba igual una que otra; pero si Lisa entraba en el sorteo, la cosa cambiaba, porque ella compraba todos sus boletos. Sencillamente habían conectado así de bien.

Una vez más comprobó que todo estaba listo y subió a la habitación para despedirse de Kai. Seguro que seguía enfurruñado, al estilo de un niño de dos años, porque, para un sábado que se había cogido libre, había osado dejarlo solo. Y lo sentía por él, pero no podía hacer depender su vida social de los huecos que tuviera en su apretada agenda; para ella existía vida más allá de sus días libres en el bufete. Se adentró en la penumbra que envolvía su cuarto y se acercó a la cama.

"Kai, nos vamos," señaló en un susurro, por si aún dormía.

"Pasadlo bien," murmuró.

"¿Qué vas a hacer tú?" preguntó sentándose en el borde de la cama.

"Hasta ayer creía que pasar el día contigo, así que, de momento, no tengo planes," indicó el muchacho incorporándose y apoyando la espalda en el cabecero de la cama.

Y era verdad que hasta el día anterior Lisa no le había confirmado si podía cambiar la guardia localizada de aquel fin de semana y, a pesar de ello, le había dado prioridad por encima del plan propuesto por Kai. Y vale, que el ir a ver la última película de Quentin Tarantino no era su sueño dorado, pero antes habría saltado como un muelle tan solo ante la oportunidad de compartir un rato con su chico. Algo había cambiado, estaba cambiando o iba a cambiar; de un tiempo a esa parte el que Kai tuviera que trabajar un fin de semana entero había pasado de ser una pesadilla a convertirse en una oportunidad para poder quedar con sus nuevas amigas.