⨳regalo

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Los días pasaron y la propuesta aunque no se acepto, tampoco se nego. Durante algunos ratos era complicado, Christopher peleaba consigo mismo más que nunca antes, pensaba demasiado, analizaba cada gesto y cada vez que se sentía seguro de estar con Eunha llegaba Minho con una bonita sonrisa y la muralla que había construido desmoronaba.

Aun así no lo culpaba. No era su culpa ser bonito, ni ser un omega precioso, ni ser el omega que su alfa quería.

Seguían robándose besos o teniendo algunos toques indecentes, usualmente Minho tiraba la primera piedra y luego Christopher se dejaba caer entre las miradas y sonrisas coquetas que se le daban. Era dar un salto al vacío cada vez que se tocaban, cada vez que se besaban, pero para su desgracia, Christopher en lugar de detenerse se aventaba con ganas de más.

Fue cuestión de casi dos semanas para que una nueva invitación surgiera, era algo casual pero que los dos ansiaban por expresar.

"¿Hoy tienes planes?" Christopher pregunto cuando entraron al elevador. Era sábado y como arte de magia tenían poco trabajo por lo que se habían dado el lujo de retirarse cerca de la hora de comida.

"Mmm... Tengo que ir a comprar ropa, planeaba una tarde para mí." Minho le resto importancia mirando al mayor a través de sus pestañas con la mirada más inocente que pudo regalarle, el alfa no supo distinguir si era a propósito o no pero no pregunto.

"Oh bueno, seguro te divertirás." Le sonrió antes de caminar fuera del elevador, el castaño fue detrás de él.

"Tal vez..." Se encogió de hombros. "Pero sería mejor acompañado, ¿Irías conmigo?" Christopher se detuvo en su lugar ganándose algunas miradas de trabajadores curiosos, Minho aprovecho para pararse delante de él.

"¿Al centro?" El omega asintió con la cabeza rápidamente. "Eh... Seguro, está bien, vayamos." Le sonrió amable y Minho brinco en su lugar feliz.

Ambos hicieron el resto del camino en silencio hasta el coche del alfa dónde Minho entro primero del lado del copiloto y después Christopher en el volante. El camino fue animado con un Minho alegre cantando y bailando al ritmo de la radio mientras que el rizado se limitaba a reírse con los movimientos dramáticos o a verlo con ojos enamorados cada que algún alto los detenía.

Durante el camino Christopher supo apreciar que Minho era hermoso. Era suave como la seda, sus movimientos delicados y finos aun si eran exagerados por él mismo. Era brillante como las estrellas, no, como el mismo sol, tenía esa luz extravagante que hacía que otros lo notaran aún cuando ellos iban en un auto y otros a pie, se giraban para mirarlo y sonreirle genuinos. Era extravagante como nadie, lucía y aprovechaba lo que tenía a su favor (que a ojos de Christopher era todo) para ser el centro del universo si lo quería. Tenía la risa más preciosa del mundo, aquella que lo estaba haciendo caer en un pozo profundo porque con oírla su mente se transportaba a un lugar pacífico y el sentimiento de paz abundaba en su pecho. Tenía una melodiosa voz aguda que lo tranquilizaba con un par de palabras, aquella voz que no importaba si estaba enojado o feliz, siempre sería dulce y suave, sentía cada palabra y cada sonrisa como una caricia en el alma.

Minho era precioso y Christopher no tenía problema con admitirlo. Desde su cabello plumoso, sus facciones finas, cintura pequeña y caderas anchas, piernas regordetas y estatura baja, de manos pequeñas y complexión delgada, de ojos profundos, aquellos que hacían al alfa caer en un mar sin fin en el que no tenía miedo de ahogarse porque era Minho. Se trataba solo de Minho y nada más, porque Christopher en ese momento descubrió que le confiaría a Minho su corazón para que hiciere con él lo que quisiera sin restricciones porque tal vez, y solo tal vez, Christopher estaba más enamorado de Minho de lo que podía pensar.

Cuando el coche se detuvo por fin en su totalidad el omega miró a su alrededor frunciendo ligeramente el ceño al no ver las conocidas calles.

"¿Chris?" Llamó el menor mordiendo ligeramente sus labios.

𝗮𝗺𝗮𝗻𝘁𝗲𝘀 › chanho ᜵  bangho Where stories live. Discover now