VIII

53 8 2
                                    

Aún me pregunto el por qué de nuestra distante y cortante relación.
Y es que por más vueltas que le doy no tiene sentido alguno
Aún me pregunto cómo te fijaste en mí y yo en ti, pobres dos ilusos.
Es lamentable, pero no lo pude hacer mejor.
Siempre lo he dicho;
«somos diferentes» y aún sabiéndolo quise seguir adelante con este absurdo juego llamado amor.
Tú eres frío, yo caliente. Bueno, hay momentos en los que tú estás más próximo que yo.
Pero es que me pillas cual mañana de enero, en pleno invierno y desnuda.
Y todo tiene su lógica. Lo que pasa es yo no la quiero ver.
Es como aquél marido que tiene unos cuernos como la catedral de Toledo y aún así no los quiere ver, se hace el tonto.
Pues yo igual, no quiero ver que entre tu y yo volverá a suceder algo.
Así me causaré menos daño.
Si no me creo ilusiones, viviré sin nada por lo que luchar, pero moriré sin nada por lo que perder.
La última conversación que tuvimos fue como siempre desgarradora.
Ya lo tengo demostrado somos tóxicos el uno del otro, nos damos alergia sin querer queriéndolo.
¿Qué culpa tengo yo de que estés echo de partículas de polen que andan flotantes por el mismo aire que yo respiro?

-No quiero ser tu próximo San Fermín sangriento- le dije, con un nudo en la garganta a punto de explotar.
-Nadie va a salir ileso de aquí.
Me dijo tan ausente como siempre.
-Antes de que tú me claves la banderilla, huyo. ¿Me oíste? huyo- y me marché sin saber si me besó antes de irme.
-Yo lo siento...no era mi intención cau...
Eso fue lo único que mis oídos pudieron escuchar antes de dar un portazo a aquella puerta que era inocente de todo lo estaba sucediendo a su alrededor. Ahora me arrepiento.
Pero era tanta la ira que llevaba colgada, que no podía seguir arrastrándola y decidí rasgar mi vestido con una copa de vino. Hoy tu amor corta como el cristal y empapa con el tinto.

imagine.Where stories live. Discover now