I.

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Tan frágil como una mariposa fluorescente, porque aunque desprendiera luz por la noche (debido a a su terrible miedo a la oscuridad)
por el día apenas se veía, era invisible.
Las personas la confundían con un trozo de papel pinocho.
Y no será porque yo os esté mintiendo.
Esta historia es tan real como la de Alicia, cual miedosa como esa mariquita que antes de ser atrapada abre sus alitas para intentar escapar de aquel adolescente que está perdido en medio del bosque.
Ese adolescente que decide llevarsela hasta el alcance de su boca para así observar con más detenimiento su naturaleza, su color, sus manchas e incluso su textura si decidía comersela.
Y así ella sentirse protegida, pues siempre se sentía protegida en la boca de un desconocido, decía que allí se refugiaba. Me comparaba los labios de los desconocidos con paraísos perdidos, pues una vez que entrabas en ellos ya no podías salir.
Y yo, básicamente no la entendía.
Ella tenía unos ojos verdes, como el verde limón pues a veces si la mirabas más de dos minutos te hacia desprender unas gotas ácidas que hacían deformar la expresión del rostro de cualquiera, por eso yo nunca la miraba más de un minuto y cincuenta y nueve segundos. No quería llorar delante de ella.
Sus cejas, tan bien definidas,tan bien hechas que parecían una curva inalcanzable de piruetas.
Sus labios siempre desprendía el mismo color rojizo tanto en invierno como en verano, parece mentira pero no la llegué a ver ningún día helada.
Dicen que estaba hecha a todo...¿pero al frío del Norte? Yo creo que se hacia la dura delante de mí.
Algunas veces me preguntaba si estábamos jugando a un juego y si al final del todo nos iban a dar algún premio.

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