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Primera parte: cicatrices, un ladrón de colores, y sueños en mitad de la noche.

Todavía no se va. Me despierto en mitad de la noche soñando que su rostro está contra la ventana, mirándome todo lo cerca que puede. Sus ojos, inyectados en sangre y hundidos en locura se clavan en mi rostro, su boca derrama saliva como un animal con la rabia, su respiración es tan agitada que se escucha a través del vidrio. Todo apunta a que si le dejo entrar, va a acabar conmigo. Ese psicópata que tantas noches me apuñalaba una y otra vez, con su cuchillo atravesando mi pecho, cortando y desgarrando mi carne mientras se reía de la forma más sádica. A cada corte que me daba más lo disfrutaba.

¿Quién se ha portado mal?

Mis cuerdas vocales yacían mudas de tanto gritar. Los borbotones de sangre volvían mi piel roja, casi podían inundar la habitación. El monstruo pierde la cabeza por mi sustancia vital, de la forma más asquerosa se deleitaba con todos sus sentidos: olía con detenimiento, pasaba las yemas de sus dedos por encima, lamía de la forma más retorcida y sus pupilas se dilataban cada vez más.

No vas a escapar de mí.

Cada vez que sueño con él es lo mismo. Me despierto en mitad de la noche y estoy solo en mi habitación, ni siquiera hay nadie en la ventana. Lo único que siento son las cicatrices de tantos cortes. Me dijeron que eventualmente se irían, pero a día de hoy permanecen, les queda mucho para irse. Duelen al tacto, pareciera que a cualquier movimiento brusco pueden estallar de nuevo y desprender nuevamente litros y litros de sangre. Me levanto para mirar por la ventana pero ya no es lo mismo. En el cristal está dibujada su silueta y las calles han perdido su color. Más bien el enfermo se lo llevó. Dejó todo con tonos pálidos, y así se quedó incluso después de haberlo echado. Parece que esos tiempos se ha quedado atrás, pero sigo teniendo miedo de que un día, en el silencio de una noche en la que la Luna no brille abra la puerta de un portazo y empiece a torturarme otra vez.
Diría que ahora me da más miedo el silencio que antes. Me inquieta demasiado.

Segunda parte: mentiras

No entiendo en qué momento se truncó todo.

No me creo nada de lo que me dicen. Antes solía ser más confiado, lo que pasa es que hubo un momento en el que ya no me fiaba de nadie. Aunque pueda parecer que fue de repente, seguramente fue algo progresivo. Lo que sí recuerdo con claridad fue la persona que me demostró que no podía depositar mi confianza en ella. Y se me hace raro porque en un principio le confiaba hasta mi vida, pero un día empezó a cambiar todo, de forma muy sutil. Ya no me sonreía, siempre iba con prisas... Antes de que me diera cuenta había ocurrido lo peor. Ya no era una persona a sus ojos, era un objeto. Una mascota. Algo inferior a su percepción. Mi palabra no valía nada, sus normas eran obligatorias cuyo incumplimiento incluía pena de muerte y sus halagos quedaban hundidos en una pila de mierda.

Eres lo que más quiero en este mundo,
¿lo sabes no?

Me cuesta creerlo. Esa misma boca que afirma quererme tanto es la misma que me humilla con palabras, calificándome de incapaz, de basura y de estúpido. Como decía, todo se tornó distinto. No sé si estuve ciego durante mucho tiempo o algo ocurrió, pero lo que sí sé es que ahora mismo, no me va a ver como alguien a su misma altura. No soy alguien que merezca ese respeto.
Estoy cansado de palabras falsas, ¿quién más me miente de esa manera? Desde luego no me puedo fiar de nadie más.

Tercera parte: oídos sordos

¿Cómo podría confiar en alguien?¿En qué punto termina el egoísmo humano y comienza la verdadera empatía y amor al prójimo?¿De verdad eso que dicen sentir es real?¿Cómo lo puedo saber?

¿?Where stories live. Discover now