Capítulo 29

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"Fase 1: Estrategias"

Raina Karsten.

Reunir a los herederos por segunda vez en menos de dos semanas no es tarea fácil. Nuestras reuniones tienen unas series de reglas, bastantes estrictas acordadas por todos y últimamente me las estaba saltando a la ligera.

Una de las reglas es: "No traer a gente ajena"

Bueno, esa regla la rompí a lo grande cuando Cassian apareció. Por suerte, yo no lo llevé voluntariamente, él apareció de repente. No me lo esperaba y él tampoco se esperaba ver lo que vió.

A pesar de que la regla fue clara y específica en el momento en el que se formó. Entre nosotros está todo más que hablado. Ellos sabían quién era Cassian y sabían que para mí siempre ha sido alguien clave en todo lo que he pasado a lo largo de mi vida.

No se molestaron, o por lo menos, su enfado no fue por que él apareciese allí, si no por las malas formas que Cassian tuvo con ellos.

Otra de las reglas es: "Reunirse máximo una vez al mes."

Bueno, convocarlos por segunda vez en menos de dos semanas, dentro del mismo mes, era totalmente un incumplimiento de dicha norma.

Esa regla fue creada para no levantar sospechas. Nadie excepto los que acudimos a las reuniones puede saberlo. Para los ojos de todos, somos enemigos e incluso si hay alguna reunión entre mafias extranjeras y nosotros tengamos que acudir, haremos como que no nos conocemos si es la primera vez o no nos hablaremos.

En un futuro cuando todos seamos los líderes tal vez podamos mantener otro tipo de relación. Pero en la actualidad, está es nuestra situación.

— ¿Y eso es todo? ¿Seguro que acudirán?

Cassian sostiene la carta negra, releyendo constantemente la simple frase que contiene.

Mañana, 17:00h.

Así eran nuestros mensajes. Yo pedía a mi guardaespaldas, que era de extra confianza, que preparase estas cartas y él se encargaba de enviarlas a los domicilios establecidos de los herederos.

En el mensaje sólo debería indicarse el día y la hora para reunirse. Sí, otra regla.

— Sí Cassian, confía en mí y en ellos. — Le quito la carta y la rompo en pedazos antes de tirarla a la basura de mi cocina.

— ¿Y cómo sabéis el lugar? — Pregunta apoyándose en la isleta de la cocina. — Esto es super extraño.

— Quieres saber mucho para lo poco que te fías de ellos. — Me burlo dando un largo sorbo a mi café.

— Tendré que saber en dónde me meto.

— ¿Confías en mí? — Asiente. — Pues ya está. No puedo contarte más, porque para ello tendrías que ser miembro y necesitas la aceptación de todos, así que conformate con lo que ya te he dicho que es bastante.

— ¿Y me vas a meter en vuestro círculo? — Inquiere. — Porque por una parte sí quiero, pero por otra no.

— Eso será si ellos quieren y sí tú quieres. Pero es super confidencial que todo lo que pasé y hagamos quede entre los presentes. La reacción que tuvistes se quedará corta, con lo que pasé si otras personas se enteran.

— Deberías saber que nunca diría nada que te perjudicase. — Murmura molesto.

— Puede que yo sepa eso, pero los demás no. Apenas te conocen y la primera impresión que les distes no fue muy buena que digamos, así que necesitas su aprobación.

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