Capítulo 11: Número 8: El Juguetero

279 220 252
                                    

Que gris es todo, debería pintar esta habitación, como de todos modos es mía puedo hacer lo que quiera en ella, necesita colores más vivos, más posters, en general más de mí, pero no sé si está permitido que haga esto, puede ser mía pero los que están por encima de mí tienen sus normas, así que me quedo en las mismas.

Son las 11:20, he dormido demasiado, bueno demasiado para los demás porque para mí es lo normal. Ojalá el día de hoy sea más tranquilo, ya he perdido la noción del tiempo y no sé cuanto llevo aquí, se que llevo siete objetivos eliminados, ¡Dios! ¡Todavía queda mucho para el cien! Me muero aquí mismo como tenga que estar aquí mucho tiempo por mucho que me caigan bien los pingüinos estos, tengo que acelerar el proceso... bueno, pensándolo mejor, no debería hacer nada porque ya intenté lo mismo al principio y no veo muchos resultados.

No me apetece nada salir de la cama, pero bueno, en este mundo los vagos se quedan atrás y desde luego yo no soy un vago. Debo desayunar pero antes tengo que ponerme al día y con ponerme al día me refiero a leer las cartas de Martha que no he tenido tiempo de hacerlo y lo estoy deseando, pero ¿dónde están las cartas? Ah sí, es verdad que todo es digital, estarán en mi correo porque me las habrá enviado ¨el grandísimo director de la CIA, Ryan Stone¨, que se note mi ironía.

Abro mi correo y aquí están, en orden cronológico, junto con notificaciones y anuncios, basura, abro el primer correo y dice:

Querido Scott, lo primero decirte que no me gusta hablar con formalismos, soy más de hablar normal, espero que no te importe, pero tranquilo en situaciones concretas se cuando tengo que hablar formal.

Mi vida no ha cambiado mucho, cumplo los horarios, doy clases (me gusta dar clase y aprender, pero me aburro un poco, aunque los profesores dicen que soy muy responsable) disfruto del tiempo libre, en esos momentos no paro de jugar.

Tengo dos amigas nuevas (Liz y Cecile) y dos amigos también (Miles y Peter... Peter es muy guapo y me gusta ¡y creo que yo también a él!) No sé porque te  cuento eso jaja.

Pero también tengo problemas, hay in grupo de 3 personas que se meten conmigo, cada día les pego y me pegan y tengo moretones, sus nombres no importan y tampoco me importa lo que me hagan y diga, solo tienen envidia por el día de los regalos, pero tranquilo, soy fuerte y puedo con ellos.

Han pasado días desde que me llegó tu carta y quería contestarte, me hace ilusión tener a una persona con quien hablar y que sea adulta, es como si tuviera un padre.

Saludos: Martha.

¿Y le gusta alguien? Eso no me gusta, no tiene edad, sé que es muy madura porque se nota en el habla, bueno, en la forma de escribir, pero no me gusta soy territorial es mí bebé, ¡Dios! ¡Qué machista y retrógrado! No, Martha se merece libertad y aunque no me guste todo esto la apoyaré, pero si en el futuro está con ese Peter y no la trata bien, yo mismo me encargaré de borrarle del mapa, junto con esas tres personas que la tratan mal, también sufrirán mi ira.

Releo más veces el correo, que mona es, ¡y la mención a la paternidad está aquí! Bueno, seguro que en la segunda carta hay más voy a leerla.

Hola Scott, estoy muy preocupada, no me has contestado a las cartas, ¿he hecho algo mal? ¿Es por lo que dije de esta relación es como si tuviera un padre? Por favor contéstame no quiero perderte, te consideraré mi amigo no mi padre ¡LO PROMETO!

Por lo demás los chicos malos no para de pegarme y molestarme, pero tranquilo, tu pequeña mafiosa (jaja) se ha defendido, mis amigos y cuidadores también, pero estoy segura de que volverán.

Te echo de menos, sé que no hemos hablado mucho y que solo nos hemos visto una vez, pero contigo me sentí como si tuviera otra vez a alguien que se preocupara por mí y me gustó mucho, si tu quieres, aunque te haya prometido lo de antes, me gustaría que me consideraras tu hija, no tengo madre, no sé lo que es tener un padre, pero si se ser una buena hija, acéptame, no me importa que no nos veamos, no lo hago por interés, ni por irme de aquí, solo quiero un adulto que me quiera.

PAUSADA El mercenario Where stories live. Discover now