𝟏𝟔

845 75 49
                                    

Di una vuelta más en la cama, deseando conciliar el sueño, pero no había manera

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Di una vuelta más en la cama, deseando conciliar el sueño, pero no había manera. Solo era capaz de pensar en él... En Adrien tocándome, besándome, abrazándome...

Después de que me hubiera dejado en casa, me prometí a mí misma que me pasaría el domingo sola para poder analizar la situación entre nosotros. Necesitaba acotar mis expectativas, estudiar lo que ocurriría en el mejor y en el peor de los casos y sopesar los pros y los contras de todo aquello.

Incluso invité a Alya y a Helen para que habláramos mientras bebíamos vino y comíamos queso frío, y para que me distrajeran si me daban ganas de llamarlo o enviarle mensajes de texto.

De repente, comenzó a sonar la alarma del móvil, la que había puesto para ir a correr. Toqué el teléfono para apagarla; esa mañana no pensaba ir a correr ni de coña.

El aparato cayó al suelo con un ruido sordo, pero la alarma siguió sonando.

-¡Ag! -Me bajé de la cama y me arrodillé en el suelo para buscarlo en la oscuridad. Cuando por fin lo encontré, me di cuenta de que no era la alarma lo que estaba sonando, sino una llamada... de Adrien.

-¿Hola? -contesté.

-¿Qué haces?

-¿A las cinco de la mañana? Es fácil de imaginar.

-¿Qué te parece si sales de casa y me dejas secuestrarte por un día?

-¿Qué? No. Voy a volver a la cama. Ya nos vimos ayer. No es necesario que...

-¿Podría, por favor, secuestrarte solo por un día?

-No. Deberías haberlo mencionado antes. No quiero...

-No soy esa clase de hombres que se dedica a preguntar muchas veces, Marinette. Te recojo dentro de veinte minutos. -Y colgó.

«¡¿Qué?!».

Me estiré en el suelo, confusa, intentando procesar lo que estaba pasando. Tenía planes para todo el día: planes concretos, definitivos, que no incluían a Adrien. No podía permitir que siguiera impulsándome a hacer todas estas cosas espontáneas. No era así como debían ser las cosas. Por otra parte, ni siquiera estaba segura de qué era esto.

Adrien: «Diez minutos».

Suspiré. No quería saber qué se le ocurriría si no me encontraba fuera.

Fui corriendo al cuarto de baño y me cepillé los dientes.

Elegí unos pantalones holgados y una camisa roja, sobre la que me puse un fino jersey gris. Luego bajé a la cocina y dejé una nota en la nevera para Emma y Luisa.

«Espero que os lo paséis bien hoy, pero aseguraos de dejar fregados todos los platos por la noche. Tenéis treinta dólares en el tocador de mi habitación para el almuerzo y la cena. Si viene la abuela a por la batidora, está en el cajón.

𝙈𝙤𝙣 𝙋𝙖𝙩𝙧𝙤𝙣 | 𝘼𝘿𝘼𝙋𝙏𝙀𝘿+16 | 𝘼𝘿𝙍𝙄𝙉𝙀𝙏𝙏𝙀Where stories live. Discover now