𝟕

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El lunes llamé para decir que estaba enferma

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El lunes llamé para decir que estaba enferma. No quería tener que lidiar con Adrien abrasándome a preguntas por no haber acudido a nuestra cita, y tampoco me apetecía soportar otra sesión de ideas inútiles.

Atenué las luces del cuarto de baño y encendí velas con mis olores favoritos: vainilla, madreselva y ámbar. Vertí sales de eucalipto en la bañera, abrí el grifo y añadí generosas cucharadas de baño de burbujas debajo del chorro.

Siempre había pensado que los baños de burbujas eran la mejor terapia del mundo. El agua caliente llena de espuma poseía la fórmula para ayudarme a escapar a otra vida, una donde podía navegar adonde quisiera, en la que trabajaba porque quería y no porque tuviera que hacerlo.

Entré en la bañera y me deslicé debajo de la espuma, dejando que el agradable calor líquido me transportara a mi lugar especial.

«No pienses en el trabajo... No pienses en el trabajo...».

Saqué mi vibrador púrpura favorito del panel lateral y solté un suspiro. Apreté el botón de encendido, dispuesta a ponerlo a funcionar, pero comenzó a sonar el timbre de forma insistente.

«¡Aggg! ¿Por qué ahora?».

Se me ocurrió que quizá mi vecino de al lado había recibido de nuevo mi correo por accidente y quería devolverlo personalmente en lugar de metérmelo en el buzón. A veces eran tan atentos que me ponían enferma.

Esperé a ver si se marchaba, si no se daba cuenta de que tenía el coche aparcado justo delante, pero volvió a sonar el timbre.

«Mierda...».

Salí de la bañera y me envolví en una toalla. Soplé las velas y me recogí el pelo de cualquier forma.

—¡Ya voy, señor Hamilton! ¡Deme un segundo! —Bajé corriendo.

Cuando abrí la puerta, quien estaba allí era Adrien, y me pareció completamente irresistible. Llevaba otro traje a medida, gris oscuro, con una camisa blanca de cuello abierto, y sus deslumbrantes ojos verdes iban de mi rostro a mi toalla; era como si quisiera desvestirme lentamente.

—¿Mmm...? Hola. —Cerré un poco la puerta y miré a su alrededor—. ¿Qué haces aquí?

—Hola. —Sonrió—. Has llamado diciendo que estabas enferma.

—Bueno, ¿y? ¿Vas de visita a domicilio cada vez que un empleado está malo?

—No. Solo quería asegurarme de que estabas bien.

—Oh... Vale, pues lo estoy. Gracias por pasarte. Que disfrutes de un buen...

—En serio, necesito que firmes los diseños de tu equipo para que podamos presentarlos esta tarde. —Levantó el maletín—. Cada director debe elegir la mejor opción.

«¡Oh, Dios mío! Me he olvidado... ¿Por qué no me he acordado de que la reunión con los asesores era hoy?».

—¿Me vas a dejar entrar para que puedas verlos? —añadió con una sonrisita.

𝙈𝙤𝙣 𝙋𝙖𝙩𝙧𝙤𝙣 | 𝘼𝘿𝘼𝙋𝙏𝙀𝘿+16 | 𝘼𝘿𝙍𝙄𝙉𝙀𝙏𝙏𝙀Where stories live. Discover now