Hürrem cerró los ojos con fuerza, ¿como el himbre que ella amaba podía ser tan cruel? ¿como podía hacerle eso a sus propios hijos? ¿como podía acabar con la vida de las personas tan fácilmente? Negó, ella era un monstruo peor, pues aun amaba a ese hombre, a pesar de todo, sabia que el debía morir, pero Hürrem habia nacido con Suleyman y Hürrem moriría con el.

Hasret no pudo evitar clavar fijamente su mirada en el cuerpo inerte de la mujer, otra víctima mas de la crueldad del sultan, una mas que había sumado a su lista.

Las palabras de la mujer se habían grabado en su mente, debía cuidar de sus hijas, era lo minimo que podía hacer después del sacrificio de Mustafá.

Unos guardias entraron minutos después, habían sido llamados por Abdullah para que se llevasen el cuerpo de Mihrunnisa, mientras todos aun en shock, se miraban entre si.

— Su alteza. — Hasret lo miró. — ¿Cuando podrán resistir los guardias?

— No lo se Hasret, tal vez unas horas, el ejercito de Bayaceto es mucho mas grande. — la miró.

— Bien, entonces cumpla con la orden de su majestad. — ella lo miró. — No puede morir por mi, no puedo dejar que eso pase.

— Hasret, no lo voy a hacer, se lo prometí a Mehmed. — el negó.

— ¿Y de que servirá entonces? — todas las miradas se enfocaron en ella cuando gritó. — Todos aqui conocemos el destino de Mehmed, será ejecutado al llegar a la campaña, el sultan mismo será quien lo mate, el principe Selim morirá con el, no tengo dudas y usted morirá en vano, pues seré asesinada cuando el sultan vuelva, ¿entonces de que sirve todo esto?

— Hasret, debes tranquilizarte, en tu estado no es bueno que te sobresaltes. — Hürrem la miró.

— ¿No se dan cuenta? Mihrunnisa no se mató por el amor al principe Mustafá, sino porque conoce el destino que nos espera a todos, moriremos a manos de un hombre totalmente desquiciado, que no le importa matar a todos sus hijos por un poco de poder. — ella miró entonces a la sultana Hürrem. — Se que usted puede amarlo, pero mató al principe Mustafá, matará a mi Mehmed, matará al principe Abdullah, matará a mis príncipes, matará a todos los que considere una amenaza.

— Hasret, ve a tus aposentos. — Abdullah la miró. — No salgas de ellos, es peligroso.

— No me obligue a vivir sin Mehmed, se lo suplico su alteza. — ella lloró, era una mujer fuerte, una que se estaba quebrando en ese momento. — Ese castigo seria peor que la muerte para mi.

Abdullah la miró con pena, mientras negaba, le había dado su palabra a su hermano y no pensaba incumplirla.

— Alev, acompaña a la sultana a los aposentos del príncipe Mehmed. — ordenó Abdullah.

La joven rubia negó, siendo llevada por la mujer hasta los aposentos.

— Sultana, tenga calma, Ilyas no permitirá que nada le suceda al príncipe, puede estar segura de eso. — Alev la miró.

— Debo ir con el Alev. — la rubia la miró. — Debes ayudarme a escapar, debo ir con mi esposo.


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Murio en 1547, ejecutado por el sultan Suleyman.

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