Entre rosas de Ira y Muerte [Editando]

||Can We kiss forever?- Kina||

Capítulo 6

||Pasado||

Asher

Observé el espejo nuevamente mirando el crecimiento de mi barba poco a poco ignorando el moretón que se estaba marcando por el puñetazo. Mi familia se había dado cuenta de ello, no preguntaron mucho, creyeron que podría haber sido por un ataque de ira y la persona me lo devolvió. Quizás habían olvidado que nunca le puse un dedo encima a alguien, no podía decir lo mismo de ellos. Volví a centrarme en lo de la barba. No me gustaba como me quedaba, así que preparé una cuchilla de afeitar y comencé con el trabajo rutinario de cada tres días. Coloqué un poco de música de fondo y me dejé llevar tardando más de lo debido allí dentro, los toques en la puerta lo dejaban en claro.

—¡Asher! —casi parecían que iban a tumbar la puerta de la fuerza con la que golpeaban— ¡Vas a abrir la puta puerta de una vez o la tiro abajo! —las amenazas eran como los buenos días en una familia normal; por desgracia aquí no había nadie normal.

He sido criado a bases de amenazas y golpes, de reprimir mis sentimientos por miedo a que ellos se lo pudieran tomar mal y acabar en una esquina de mi cuarto llorando, esperando a que alguien me sacara de allí. Nunca nadie lo hizo y yo aprendí a sobrevivir en este ambiente. Si estás callado y haces todo lo que te dicen no sufrirás tanto...

Pero cada persona tenía un límite y el mío lo sobrepasaron hacía mucho tiempo.

Yo no era igual que mi padre, sí, ambos sufríamos de aquellos ataques de ira. Él pegaba a seres humanos para sobrellevarlo. Yo lo evitaba y solo acababa pegándome a mí. Él gritaba y se podía desquitar por tener un día malo. Yo había aprendido por las malas a que nadie se merecía ser mi saco de boxeo tanto físicamente como verbalmente. Él arrastraba al pozo sin fondo a los demás. Yo los intentaba sacar de ahí. Él corría detrás de su demonio. Yo lo ocultaba. Él estaba orgulloso de su ser. Yo lo aborrecía...

La mejor parte de mi estaba escondida detrás del monstruo. Y juro que algún podría sacarla de la oscuridad.

Era una lista demasiado larga por años y años de martirio. Esa lista había conseguido que siguiera en pie recordándome cada día que nunca sería como él, que nunca dañaría a quienes quiero. Era doloroso verme en las fotos de pequeño y recordar cada comparación de malas acciones entre ambos. Yo no era perfecto, mi padre tampoco. Yo sabía cómo tratar a los seres humanos, él los veía como dianas para golpear...

Las amenazas ya sonaban como pequeñas llamadas de atención insignificantes. Años y años recolectando cosas para mantenerle a raya había dado sus frutos. No se atrevía a tocarme, tampoco a mi familia, pero eso no significaba que los golpes hubieran parado. Por los menos los de mi padre sí.

Seguí como si nada terminando con el proceso.

—Ya voy, papá.

—¡Señor padre! —dio otro fuerte golpe— ¡A mí no me vuelvas a hablar de esa manera o tus dientes acabarán en el suelo!