... no te metas en mis asuntos

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MIN YOONGI

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Yoongi bostezó sin molestarse en cubrir el gesto. La primera clase del día transcurría a su ritmo usual: lento e insufrible. El pálido muchacho golpeaba la punta del anillado, lleno de rayones, con su bolígrafo. Su otra mano sostenía su cabeza. Miraba hacia el papel lleno de ecuaciones resueltas hasta la mitad. No era tan difícil, pero se hacía repetitivo y agotador. Sus ojos, algo más húmedos por el bostezo, amenazaban con cerrarse. Pero reponer horas de sueño en la clase de Wung-nim era impensable.

Echó una mirada alrededor desde su lugar asignado. La mayoría permanecía en silencio o se pasaba notas cuando el profesor volteaba. Otros aprovechaban ese espacio para ver sus celulares debajo de los pupitres. Todo con excesiva cautela. Yoongi dejó el bolígrafo en la mesa. No se sabía el nombre ni de la mitad de esas personas y estaba seguro de que ellos tampoco lo notaban. No ahí, al menos... Los torneos de baloncesto eran un asunto aparte.

Tras un rato, la quietud del aula se vio alterada por algunos golpes insistentes en la puerta. Todos voltearon al tiempo que el maestro se dirigía a abrirla. No era usual que alguien tuviera los cojones como para interrumpir la clase dictatorial de Wung-nim. El puesto de Yoongi era ideal en ese momento para enterarse del inminente desastre. Así que sólo subió la mirada mientras notaba cómo otros estiraban la cabeza o se movían de puesto para poder ver. Cuando el maestro abrió la puerta, reveló a un muchacho sin aliento. Era bajito, delgado y de rostro inocente.

El chico masculló lo que parecían ser unas disculpas y dijo algo de que se había perdido de camino. El profesor sólo le pidió unos papeles. El niño entregó un folder con torpeza, haciendo caer el resto de las cosas que llevaba en brazos. Mientras recogía todo apresuradamente, Wung-nim le echó una mirada al contenido del folder y se lo devolvió de inmediato. Le dio un par de indicaciones escuetas y después de que el muchacho agradeciera, le cerró la puerta en la cara. Yoongi sonrió levemente para sí mismo. Debía sentirse bien tener el poder para hacer eso sin consecuencias.

Los demás volvieron a sus lugares a una velocidad asombrosa. Comenzaron a murmurar. Yoongi, situado casi al medio del aula, se enteró irremediablemente. Al parecer el chico ese era nuevo. Un grado menor. Transferido a medio año escolar. Carne fresca para rumores sin sentido. Muchas chicas decían estarle echando un ojo. Otros se burlaban tanto de que se hubiera perdido como de la cara de miedo que había puesto. A Yoongi también le parecía ridículo que se extraviara en un colegio. Era absurdo, como perderse en un supermercado. Los murmullos se apagaron de golpe cuando el maestro abrió un cajón con estruendo, sacó otra tanda de copias y comenzó a distribuirlas.

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Durante el receso, mientras Yoongi deambulaba por la cafetería, se le acercó uno de sus compañeros de clase, Jung Hoseok, sonriente. Yoongi se forzó a no entrecerrar los ojos cuando el chico comenzó a hablarle con esa aura tan brillante y enfermizamente positiva que cargaba. No eran amigos. Aunque Hoseok debía creer que sí. Él era amigo de todo el mundo y presidente estudiantil. Había ganado el récord al alumno con mayor aporte extracurricular superando incluso a Han Jisung. Era sorprendente la cantidad de personas que conocía. Probablemente se sabía el nombre de la mitad del colegio o más.

Y, mientras tanto, pienso en ti  [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora