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- ¿Y tú que haces aquí, maldito maniático? - objeta un Juyeon con ceño fruncido, más de lo normal

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- ¿Y tú que haces aquí, maldito maniático? - objeta un Juyeon con ceño fruncido, más de lo normal. Los pequeños se acercan a YoungHoon sedientos de protección, ellos querían vivir y su Dios estaba ahí para defenderlos.

- ¿Soy yo el maniático? - se pregunta el Dios de la belleza con una pizca de confusión sarcástica - Vine porque mi gente me necesita, estos niños me llamaron y...

- Te equivocas - interrumpe Alma jugando con sus cuchillas - ¿ves aquella mujer desfigurada? - La pelinegra señala el cadáver de la mujer bañada en su propia sangre, su cuello y su pierna derecha podían girar los 360°, su ropa blanca ya no lo era, ahora era rojo intenso y se encontraba pegada a su piel y carne. Cualquiera que la viera aseguraría que su muerte fue muy repulsiva y feróz.

YoungHoon, quien en su pierna uno de los pequeños estaba aferrado, desenvainó su espada, estaba débil, pero ver a los niños acorralados y sufriendo, sin duda le daba desesperación y a la vez motivación para pelear por su seguridad. La mujer que había asesinado Juyeon, no era una simple humana, ella había cuidado de niños y ancianos por mucho tiempo, casi toda su vida, por no decir que toda, se la pasó trabajando para abastecer sus necesidades y la de los refugiados; ancianos despojados de sus hogares, niños huérfanos, niños abandonados por sus padres, entre otros. Sus plegarias siempre fueron dirigidas hacia el Dios de la belleza, siempre con mucha fé. Siempre le disgustó Juyeon y Alma, decía que seres así no merecían la existencia, y que los Dioses estuvieran mejor si no tuvieran que lidear con la maldad, aquella mujer le inculcaba esos pensamientos a los niños, no estaba de acuerdo con uno distinto, y por supuesto que los niños la siguieron. A Juyeon no le agradó aquello, se había enterado después de haberle rebatado los poderes al Dios Haknyeon, el Dios de los sueños, se manifestó en los sueño de los jóvenes, pero estos aún así opinaban igual.

《Para acabar con todos aquellos que hablaran mal de Juyeon, tendrían que asesinar a más de la mitad de la población.》

Por otro lado, Juyeon se veía enojado, nunca le había caído muy bien YoungHoon, no lo veía como un estorbo, tampoco lo odiaba tanto como a Chanhee, sin embargo había algo en él que lo hacía estresante para el Dios del infierno.

—Bueno, ya basta de tanto hablar. Alma ¿que esperas para atacar? Te enfrentaste una vez a él, hazlo de nuevo — ordenó Juyeon mientras tomaba el rol de espectador.

Alma hizo reverencia a su mayor y de inmediato adoptó una postura de pelea, YoungHoon puso sus manos al frente, dando a entender que no pelearía.

—¿No pelearás conmigo? ¿Acaso me tienes miedo? — cuestiona la semidiosa con una sonrisa placentera.

— ja ¿a una mosca como tu?

—Te recuerdo que fui yo quien te venció la ultima vez, ¿Qué se siente que un Dios pierda contra una mosca? ¿Insuficiencia? O quizás... ¿desesperación? — y era cierto, aquella noche cuando Alma envenenó con una maldición a Sol, YoungHoon la había enfrentado. Ese día se dio cuenta de dos cosas; primero, tenía que esforzarse más para tener más poder y así vencer, y segundo... la semi diosa tenía una belleza exótica que lo enloquecía aunque no lo admitiera. En ese instante también sintió pena por ella, antes era una hermosa humana, y ahora solo era la esclava de Juyeon.

THE GODz   ͟͟͞͞➳ The BoyzWhere stories live. Discover now