⌜42- Lᴀs ɪɴsᴇɢᴜʀɪᴅᴀᴅᴇs ᴅᴇ Kᴜsᴜᴏ⌟

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Sus manos seguían algo aferradas a su chaqueta

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Sus manos seguían algo aferradas a su chaqueta.

Tenia su rostro escondido en su pecho, cerraba sus ojos tranquilo.

Sentía que todos estaban en silencio, que nadie más hablaba y todos habían desaparecido de la faz de la tierra.

A excepción de ellos dos, estaban totalmente solitarios en aquel lugar.

La respiración del contrario era tan calmada que podría dormirse en sus brazos.

Sin poder evitarlo, rodeo el cuello del contrario, estaba apuntó de hacer peso muerto.

Pero no podía evitarlo, estaba increíblemente tranquilo en sus brazos, podría fácilmente descansar en su pecho sin problema alguno.

Un suspiro pesado salio de sus labios, descanso un poco sus ojos mientras se dejaba llevar en los brazos del contrario.

Este le estaba acariciando la espalda con tal de calmarlo.

Lo lograba, aquel llanto cesaba de a poco. Una pequeña sonrisa aparecía en su rostro.

Lo adoraba, realmente le dolería estar lejos de él.

Aunque este se aparto lentamente, lo cual el peli-rosa reprocho mentalmente.

No quería separarse, pero tampoco quería parecer muy molesto estar tan pegado.

Solo observo al suelo con sus mejillas en un suave rubor.

Le daba algo de vergüenza que el médium lo vea de esa manera.

A pesar de que antes ya lo haya visto, lo odiaba. Pero amaba saber que contaba con él.

Sin duda alguna, no tenia idea de que podría pasar, pero siempre quería estar con él.

Tenia miedo de volver a depender emocionalmente de él, como paso con sus anteriores amigos.

Una sonrisa cálida por parte del que amaba le quito todo peso y mal que sentía.

Sus mejillas seguían ruborizadas, pero igual no planeaba hacer nada en contra de eso.

También debería admitir que aquella cautivadora fragancia del médium lo tranquilizo.

Solamente se dedico a suspirar mientras pensaba en que decir ahora.

—V... Vamos? —. Unos balbuceos salieron de la boca del peli-rosa. El Toritsuka volvió a brindarle una sonrisa encantadora.

Con sus cabeza le afirmo, para luego extender su mano.

Kusuo se quedo procesando un poco en esos momentos.

Hasta que finalmente lo entendió, donde sus mejillas carmesí se volvieron algo intensas.

Debía admitir que lo primero que le paso por su cabeza fue entrelazar aquella mano con la suya.

Rozar sus dedos y estar juntos.

Fᴜᴄᴋɪɴɢ Iɴsᴇᴄᴜʀɪᴛɪᴇs Where stories live. Discover now