♛ Capítulo 28 - Bastardos PARTE I♛

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Amelie

El rostro de Sergey es un rio de emociones y, juro que es la primera vez que en sus ojos puedo percibir todo lo que por su mente pasa dejando caer por unos minutos la fría mascara de hielo que suele mantener en su rostro.

Verlo tan vulnerable es raro, pero es como si no fuese la primera vez que lo veo así.

—Estas...

—¿Viva? —pregunto con una sonrisa queriendo abordar mis labios.

Me mira con severidad y entiendo que no quiere bromas, parece más consternado de lo que creí.

—Yo pensé que tú... me dijeron que tu estado era muy diferente.

Me encojo de hombros.

—Era cierto, cuando llegué no era ni un cuarto de la mujer que fui antes —digo mirando la pared blanca con una punzada en el corazón, algunos recuerdos siguen doliendo—. Sigo intentando sanar muchas grietas que quedaron y algunos pedazos fueron remplazados.

Su ceño se frunce.

—¿Reemplazados?

—Mjmm —sonrío mirándolo a los ojos—. Cuando caes... nunca usas las mismas piezas que te fallaron para levantarte.

Parece confundido y opto por sentarme en la silla.

—Explícate —intenta darme una orden y niego con un sonido que emite mi garganta.

—No tengo nada que explicar, papi. Después de todo, solo el tiempo definirá el rumbo de las cosas.

Se sienta frente a mí y el ambiente es cómodo, se siente bien hablar con Sergey, es como si con él pudiera arreglar una de las caras de un cubo Rubik. Así, estando sereno, solo él y yo, las dos piezas claves de una misión secreta que terminó sacando a la luz verdades ocultas que no nos imaginábamos.

Ambos sabemos que no tenemos mucho tiempo, sin embargo, no hacemos nada por hablar y decirnos demasiadas cosas, sé que él también disfruta de mi compañía.

Quise venir a verlo para que supiera que estoy bien, que por sus propios ojos viera que sobreviví a su hijo y, no para tener alguna especie de venganza contra él, pues nadie tiene la culpa de los actos ajenos, sino para que Sergey se encargue de avisarles a sus hijos lo fuerte que he sido y, seré a partir de ahora, porque yo se muchas cosas que suceden en esta cárcel.

—Así que... —suspira y creo que busca las mejores palabras para hablar—. ¿Estás bien?

Suelto una pequeña risa sin gracia.

—Definamos la palabra "bien" —hago comillas con mis dedos.

—No me compliques más las cosas, niña —gruñe—. Eres a la primera persona que le pregunto cómo está, las interacciones no son lo mío.

Juegos peligrosos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora