TRILOGÍA UMBRA - Libro II (En proceso)
Los meses siguen su curso sin ninguna respuesta sobre la ubicación de Amelie cuyo interior ha empezado a arder en llamas volviéndola un arma letal sin que nadie sea capaz de apagarla.
El capitán Meyer vuelve de...
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Moscú – Rusia
Enero 19 - 1997
Frederik
Salí temprano del cuartel, pues Madeleine está en embarazo y no me gusta dejarla mucho tiempo sola con dos bebes a bordo.
Así es, mi esposa espera mellizos, estamos en la semana treinta y seis, a unos días de entrar en la treinta y siete lo que significa que los días están contados para conocer a mis hijos.
Conduzco con cuidado por la carretera que lleva a mi hogar, el recuerdo de como Maddy me dijo que estaba esperando a nuestros hijos no se me va a olvidar nunca.
Tuve una licencia de tres meses, pues en una de las misiones salí muy mal herido, por lo que, tuve que guardar reposo durante ese tiempo. Madeleine estaba todo el tiempo conmigo en casa, nos despertábamos tarde, preparábamos las comidas juntos, me acompañaba cuando hacia algunas reparaciones simples de la casa y después pasábamos toda la noche en vela disfrutando del cuerpo del otro.
Habían pasado dos meses en los que comencé a notarla rara y, de curioso revisé sus pertenencias femeninas, dándome cuenta que los paquetes de sus toallas sanitarias estaban como los había traído del mercado, pensé que tal vez era un retraso normal o tenía un paquete que aún estaba terminando.
Los hombres también llevamos las cuentas de los días, o bueno, por lo menos quienes de verdad les interesa su pareja, se da cuenta de sus cambios de ánimo, cuando siente dolor e intenta hacer parecer que no le sucede nada, cuando es algo tan normal y de la naturaleza de su cuerpo.
Comencé a sospechar cuando mi comida favorita me supo horrible y a ella mi colonia le causó vomito.
No dije nada, llevábamos mucho tiempo buscando hijos y no habíamos podido conseguirlos, en las citas con la ginecóloga siempre terminaba con lágrimas en sus ojos, pues, aunque todo estaba bien en ambos, ya que, yo también me hice exámenes descartando que el del problema fuese yo, no se explicaba por qué aun no habíamos logrado concebir.
Así que un día cuando venia del supermercado trayendo algunas cosas que nos hacían falta, Maddy se veía radiante, su cabello cobrizo brillaba y caía por sus hombros en ondas, traía un vestido suelto de color negro arriba de sus rodillas junto a unas sandalias del mismo color.
Había hecho la cena y tenía un regalo sobre la mesa, la moleste preguntándole si era que se me había olvidado mi cumpleaños a lo cual negó y me dijo que podía abrirlo después de comer.
La cena fue divertida, ella parecía nerviosa y sus mejillas se sonrojaban cuando miraba la caja de vez en cuando, terminamos y lo primero que hice fue sentarla en mis piernas para besarla, unió su frente a la mía y dejó el obsequio en la mitad de ambos.
"Estoy nerviosa" fue lo que dijo cuándo abrí la tapa, había listones dorados con negro en el interior y tuve que sacarlos para poder encontrar el fondo. Y allí, había un letrero que decía "Serás el mejor padre del mundo" junto a un par de zapatos que me parecían de mentiras, junto a estos estaba la prueba de embarazo que marcaba el positivo y la fotografía de una ecografía.
