🥀 Capitulo 6.

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Gulf baja del autobús sobando su ligeramente abultada pancita. No alza la mirada y sujeta con firmeza la bolsa donde lleva la comida que a Mew se le olvidó en casa. Se siente intimidado. Siente miradas juzgando su pequeño ser, juzgando al bebé dentro de su vientre. Nunca antes había salido de casa sin Mew, precisamente porque tenía miedo de que las personas lo miraran de la forma en que ahora lo hacen.

Gulf sabía que los hombres como él, que podían albergar vida dentro suyo no eran muy bien vistos.

"Lo diferente siempre genera molestia al principio" quiso justificar en su mente "Pero con el tiempo lo aceptan"

Son personas tan cerradas de mente que opacan a las de buen corazón. Gulf quiere creer eso. Gulf sabe que hay personas que no lo miran con pena o desagrado, que lo miran como cualquier joven de su edad. A su mente llega la madre de Mew que lo cuida y aprecia tanto que siempre está visitándolo para no pasar días aburridos en su pequeño departamento.

Gulf no tiene amigos. Suporn es considerada para él como su única amiga, su confidente. Le tiene una confianza inmensa, lo que no pasa con Mew, al menos no hasta el punto con el que siente con Suporn.

Con Mew siente mariposas atrapadas en su pecho cada que lo mira o lo cuida, sí, pero no existe la confianza suficiente como para que le diga sus miedos o sus gustos más a fondo.

Da la vuelta a la esquina y observa el bonito local donde Mew trabaja.

Siente cosquillas en su pecho con imaginarse esos bellos ojos miel sobre los suyos dorados, de su boca saliendo un Gracias y con cuidado luego embarcarlo en el autobús que lo llevaría de vuelta a casa.

Gulf lo conocía bien. Aunque Mew fuera frío y serio, manteniendo ese porte varonil y su expresión neutra, lo trataba con cuidado y lo protegía. Después de todo, creía que se había ganado un poco del cariño del mayor.

Eso quería pensar, aunque quizás supiera que la realidad de esos comportamientos eran por obligación. Ahora suspira, su embarazo era delicado según le dijo el Doctor hace unas semanas, y que debía tener cuidado y no salir de casa, pero no podía dejar a Mew sin su almuerzo.

Por el ventanal que le permitía ver hacia dentro del restaurante aún no abierto, pudo ver la sonrisa de Mew mientras limpiaba el lugar. Se veía tan bonito con esas arrugas en sus ojos miel, sus blancos dientes y sus pómulos resaltando.

Pero había un detalle. No le sonreía a él.

De pronto las cosquillas en su pecho desaparecieron, en su lugar una punzada lo atacó.

Gulf era tan nuevo en éstas cosas. Gulf  no sabía nada sobre el amor.

Mew llegaba a poner las dudas, inseguridades y sentimientos nuevos en su corazón. Quizás por eso estaba cayendo por Mew, porque le enseñaba emociones y sentimientos que él siempre quiso comprender y que ahora se instalan en su corazón. Lamentablemente poco a poco rompiendo la barreras y algodones que sus padres sembraron en él.

Y lo hacía de forma dolorosa.

Oh... Dijo más bajo que un susurro.

¿Por qué sus bonitos miel se posaban en aquel mesero? ¿Porqué el desconocido le devolvía el gesto? ¿Por qué sentía sus ojos picar?

Entonces una lágrima rodó su mejilla derecha, asombrándose él mismo, porque nunca antes había llorado en público. Mew nunca le dedicó una sonrisa tan bonita como esa.

La última vez que vio una sonrisa casi como esa fue en su primer encuentro, luego de haber dormido juntos. Posterior a eso sólo pequeñas cenizas de una sonrisa feliz como la que veía.

Tocó con cuidado la puerta, su corazón latiendo cansado, se veía que sufría. Poco después el chico que hablaba con Mew y que tuvo la dicha de presenciar la hermosa sonrisa del mayor, abrió la puerta. Era más alto o que él, con el cabello castaño y los ojos avellana, su figura era delicada amable. y su mirada

Sintió envidia.

Pero entonces lo observa más detenidamente y se da cuenta que él era el chico que vio junto a Mew aquella vez, la noche que se conocieron en aquella fiesta, y no sabe si su buena memoria es una virtud precisamente. Supuso entonces que fue el novio de Mew, aquel chico frente a él.

Su novio.

Novios.

Una palabra que nunca podría usar con Mew.

- Vengo por Mew.

El chico lo mira de arriba y abajo curioso, Gulf sólo esconde su vientre como puede. El chico le dedica un asentimiento con la cabeza y vuelve al local.

-¡Mew! - Escucha que el chico llama dentro del local.

Nuevamente su mirada está en el suelo. Los pasos de las personas a sus espaldas se sienten fuertes en sus oídos. Siente sus miradas a sus espaldas, observa por encima de su hombro a la tienda de en frente y a una señora señalándolo y conversando con otra mujer de cosas que él prefería ignorar.

Nunca más saldría solo.

- ¿Qué haces aquí? - La voz de Mew hizo que bajara la mirada. -¿Porqué saliste de casa? Sabes lo que dijo el Doctor.

Gulf no dijo nada, mordió su labio inferior, no quería decir nada. Se limitó a extender la bolsa de papel hasta el pecho de Mew, quien la tomó con cuidado. Entonces se dio vuelta y emprendió su viaje de regreso.

O eso quiso.

La gran mano del oji-miel lo sujetó delicadamente de la camisa. Ni siquiera  había escuchado los pasos apresurados detrás suyo. Gulf giró lentamente, manteniendo sus manos sobre su vientre, ocultándolo desesperadamente de las miradas desconocidas.

Mew lo notó y frunció el entrecejo, y quiso decir algo más pero los ojos de Gulf lo tenían en un trance. El dorado de sus luceros cubriendo el cariño floreciendo, la duda y la incertidumbre en su pequeño ser.

–Gracias... –Susurró. Fue lo único que
dijo.

Gulf asistió con cuidado y volvió a girar en su sitio, caminando a pasos lentos, doblando la esquina y su figura perdiéndose. Mew no lo entiende. Suppasit siente ese pinchazo en su pecho. Vuelve por sus mismos pasos hasta el local, con la duda en él, pero su semblante serio no se pierde.

Su máscara nunca se cae.


Desire of Love🥀MewgulfWhere stories live. Discover now