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Una leve capa de sudor envolvía ambos cuerpos tras la acción realizada, siendo acompañado el sonido de piel contra piel, por los fuertes gemidos escapados de ambos belfos. El placer envolvía a los protagonistas de aquella labor, pero más a uno, quien suplicaba por más, por seguir sintiendo a aquel hombre taladrar su próstata, importándole poco ser oído o dar una imagen de la que luego, seria burlado.

La sonrisa no era vista por el cuerpo debajo de él, pero era tan deslumbrarte y llena de maldad, que cualquiera que no estuviera disfrutando una acción así, hubiese notado las oscuras intenciones del chico.

Los últimos movimientos, fuertes gemidos y el vaivén constante deteniéndose, dieron por finalizado aquel acto carnal, dejando a ambos hombres completamente exhaustos.

– Eso... Fue increíble – Murmuró tras regular su respiración, sintiendo un vacío en su parte baja al ser separado del pelirrojo.

– Largo – Sentenció su contrario, sorprendiéndolo.

– ¿Qué? – Preguntó desconcertado.

– Vete, ya no me sirves, suficiente favor te he hecho con siquiera tocarte, además de aguantar tus gemidos de gata en celo, agradezco no haber terminado con un tímpano roto – Levantándose de la cama dejó a relucir su desnudo cuerpo, cual fue cubierto por la fina capa de seda que puso sobre este.

– Pero... Yo pensé que... – El picor en sus ojos tras la innegable aparición de las lágrimas, daban a entender el dolor sentido ante las fuertes palabras del contrario.

– Creíste mal, mocoso, ahora vete si no quieres que busque a mis perros para sacarte de acá, pero te dejo advertido, quizás termines con algún pedazo de carne menos – Con rapidez el chico se vistió, todo ante la vista de quien con sonrisa en rostro observaba la humillante escena.

– Adiós – En voz baja se despidió, teniendo la leve esperanza de que el pelirrojo se arrepintiera y disculpara, pero al darse cuenta del error cometido no le quedó más que salir por aquella puerta con la mirada baja y las lágrimas corriendo por sus sonrosadas mejillas.

Ante el sonido de la puerta ser cerrada, la carcajada retenida escapó de sus labios, divertido por la situación presentada.

– ¿Ya se fue el chico? – Preguntó alguien mientras entraba a su alcoba, interrumpiendo al pelirrojo.

– Sí, se acaba de ir, espero por su bien que no vuelva a cruzarse conmigo – Habló Akashi, entrando al baño, deseando asearse y quitarse la suciedad de su cuerpo.

– Oye... Seijuro ¿No has pensado en buscar algo más divertido? – El de menor estatura sin entender las palabras de su hermano, devolvió sus pasos y caminó hacia él.

– ¿A qué te refieres, Daiki? – El peli-azul al notar la duda en la pregunta formulada, suspiró, esbozando una sonrisa a los segundos por su idea.

– Bueno, hace unos días he comenzado a pensar en lo aburrido que se ha vuelto todo. Al principio, claro, era divertido humillar a cada chico o chica que se cruzara en mi camino, pero ahora la actividad se ha vuelto monótona, sin gracia alguna, ver lo mismo siempre es tedioso, me gustaría algo con un poco más de dificultad – Akashi más interesado por la conversación, se sentó a un lado del moreno, asintiendo con la cabeza, dejando a notar su acuerdo.

– Creo entender tu punto, Aomine, pero lo difícil es encontrar a ese alguien – Tratando de hacer memoria buscó a quien podría ser su nuevo punto de entretención, cayendo en nada – Nos llevará trabajo – Sentenció, dando una largo suspiro.

You're Mine; KnBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora