CAPÍTULO 31

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«Tiene que estar bromeando»

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«Tiene que estar bromeando». Nínive volvió a ver la túnica con perlas que formaban palabras que no llegaba a comprender. Pex, Ananx... Apenas sí podía hallar letras en su propio alfabeto. Vio en dirección al monje de cara pálida y gafas cuadradas, quien de seguro vivía recluido en una iglesia o monasterio.

     —¿En serio dice eso?

     Devon se giró como si no hubiera escuchado bien.

     —¿Todavía no confías en mí?

     Nínive abrió la boca para tranquilizarlo, pero Viktor indicó el manto rojo.

     —Sí, es decir, la expresión «Rey de Reyes» es mencionada en el Apocalipsis. Varias frases de la obra son extractos de ese libro en particular, puesto que se busca narrar el camino de Jesús.

     —Apocalipsis. También conocido como «Revelaciones» —sugirió Devon—. Y esta sí que es una muy buena revelación. Si los tablones paganos se encuentran sobre esta frase, considerando que nuestra religión es pagana para el cristianismo, es porque su simbolismo es de importancia. O al menos eso se le debe de haber pasado por la cabeza a mi abuelo.

     —Pero ¿cómo se vincula la inscripción con la ubicación del libro?

     —Aún lo desconozco —admitió Devon—. Aunque, existe un patrón: las sibilas pertenecían a la mitología griega, y el estilo de estos tres paneles es muy similar a lo que puede verse dentro del cristianismo ortodoxo. En lugares como Grecia suelen representar diversas trinidades de esta forma, mucho menos detalladas. Es como una fusión de varias corrientes.

     Nínive regresó su atención a la intimidante obra de tres metros y medio de altura. No entendía un comino de lo que DeBlanckfort hablaba, lo cual le daba rabia. Estaba acostumbrada a ser quien daba las explicaciones, no quien las pedía. Frustrada, dejó que Devon merodease en torno al políptico e hiciera su trabajo. Por su parte, ella lo seguía a él con la mirada, preguntándose por qué le resultaba atractivo verlo contemplar una antigüedad y traducir lenguas muertas. Quizás era el resplandor en sus ojos, la determinación con la cual analizaba cada milímetro, o su destreza a la hora de comprender símbolos que Nínive jamás había visto. «O es que solo luce bien con remeras de manga corta y ya», concluyó a medida que esperaba por el veredicto, aunque desvió la mirada de sus brazos y la situó en la pintura más grande con tal de no quedarse viéndolo.

Sangbìbiers IV Rex RexumWhere stories live. Discover now