CAPÍTULO 18

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—¿Rosa? ¿En serio? —Clarice rodó sus ojos y le arrebató a Kina la percha con el vestido rosa pastel, el mismo color que invadía casi todo su armario—

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—¿Rosa? ¿En serio? —Clarice rodó sus ojos y le arrebató a Kina la percha con el vestido rosa pastel, el mismo color que invadía casi todo su armario—. Es el Día de las Luces, se supone que es especial, no algo de todos los días.

     Kina juntó sus cejas.

     —Recién me entero de que eres experta en bailes.

     Clarice colgó de regreso el vestido. Tiró sus mechones de cabello azul hacia atrás antes de regresar a la misión imposible: hallar un atuendo lo bastante bonito como para usar en el baile del Día de las Luces, pero que no costara demasiado. Por eso se habían internado en una tienda de segunda mano, pese a que la hermana de AJ ya había comprado su vestido y solo había viajado a Carcasona a buscar zapatos.

     A causa del código rojo, los estudiantes contaban con seis horas para realizar todas sus actividades antes de que el autobús que los había llevado a la ciudad regresara. Por lo general, Carcasona era un destino frecuente; pese a ser una ciudad terrestre, poseía una de las mayores tazas de sangbìbiers insertados en la sociedad, viviendo vidas dobles. Tenía que ver con la proximidad a la abadía, evitar que los Minoritarios se agruparan tan cerca, y resultaba muy útil para los estudiantes que querían distraerse durante el fin de semana. Sin embargo, hacía mucho que ni Jeff ni Kina ponían un pie en la ciudad.

     —No hay que ser genio para saber que el rosa equivale a algo de todos los días para ti. ¡Es vuestra primera cita oficial, Kina! ¡Y es el Día de las Luces! Si Martha se apareciese con par de tejanos como el de todos los días, ¡yo misma la mataría! Podría ser la noche más importante de tu vida, a no ser que vosotros ya hayáis... ya sabes —Clarice trazó un círculo en el aire con su dedo índice. El gesto hacía referencia a cerrar el círculo entre dos sangbìbiers, y Kina sintió que se sonrojaba sólo de pensarlo. Prefirió enterrar su cabeza entre las prendas anticuadas y vaporosas del perchero para pasarlas una tras otra, apenas sí viéndolas en lo absoluto—. Oh. —Clarice interpretó su silencio—. Pues no es nada de qué avergonzarse; yo tuve que esperar todo un año para que Martha se decidiera, y no por eso significa que nuestro vínculo sea mejor o peor. Conoces a Jeff, es como mi hermano: será un milagro si no se detiene frente a una tienda de periódicos terrestres para agrandar su colección de noticias del otro mundo.

Sangbìbiers IV Rex RexumWhere stories live. Discover now