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BLACK

—¿Qué está pasando aquí? —miré estupefacta a la persona que había entrado, que nunca pensé hiciera eso por sí sola. —¡Oh, Ángela! ¡Es ese tu novio, ¿verdad?! ¡Ven, hijo! ¡Acércate!

Hades sonrió y se acercó a mi abuela sin ningún pudor. A la vez que se iba acercando, sus ropas se iban convirtiendo en las que llevaba siempre, un pantalón de vestir y una camisa remangada hasta los hombros negros. La cogió de la mano como si fuera un caballero y la besó el dorso de la mano con delicadeza. Mi abuela sonrió ante el gesto y le acarició la mejilla a mi jefe.

—Buenas tardes, señora. Soy el novio de su nieta, Ángela. Mucho gusto.

—Yo soy la abuela de esa diablilla. Evelyn Preston. El gusto es mío, querido. ¿Quieres algo de comer? Puedo preparar lo que sea.

Miré a mi abuela con incredulidad.

—Abuela, no puedes...

—¡Bobadas! —dijo, interrumpiéndome. —Soy perfectamente capaz de preparar un café a tu novio. —carraspeé ante tal apodo. Sí, sé que fui yo la lo dijo de primera mano cuando Hades apareció ante mi hermano, pero aún así... no somos nada. —Ven, querido. Vamos a la cocina.

Mi abuela salió por la puerta. Hades se quedó en el umbral girándose hacia nosotros. Escrutó a mi hermano con una mirada. Mi hermano seguía pálido y aterrorizado ante la mirada de Hades. Cuando éste salió por la puerta, Jhon se giró hacia mí.

—Él... ¿de verdad es...? —asentí. —Joder...

—No puedes contárselo a nadie, Jhon.

—Pero... ¡esto es increíble! ¡Es histórico! ¡Mi hermana está saliendo con el Dios del Inframundo!

—Jhon. No puedes contárselo a nadie. No puede enterarse nadie de que el Dios del Infierno está entre los humanos.

—¿Por qué?

—Porque no. Punto. —una sonrisa macabra cruzó sus labios. —¿Te recuerdo que casi te mata porque estabas a punto de pegarme un puñetazo? ¿Quieres saber qué hará si se entera de que vas soltando por ahí su identidad? —su sonrisa se borró automáticamente. Sabía que, si por un casual iba contando que conocía al Dios del Inframundo, le mandaría allí automáticamente. Sin ningún tipo de excusa. —En su castillo he visto unas mazmorras de lo más mugrientas. ¿No querrás acabar allí, verdad? —dije con una sonrisa traviesa de medio lado.

De repente, una humareda negra apareció detrás suyo. El hombre me miró con sus ojos rojos y una sonrisa ladeada. Puso sus manos sobre los hombros de mi hermano, y éste se quedó totalmente quieto, con una expresión de terror.

—¿Ocurre algo? —dijo con su voz profunda de Dios que conseguía ponerme los pelos de punta.

—Na... nada.

—Bien. —le dijo a mi hermano. —Ve a ayudar a tu abuela. Se ha empeñado en hacerme una tarta de manzana y creo que necesitará algo de vigilancia allí abajo. —Jhon se giró hacia él y asintió con la cabeza. Hades le sacaba casi una cabeza, por lo que mi hermano debía elevar su rostro hacia el suyo. Fue a salir de la habitación aún en shock cuando Hades le llamó de nuevo. —Oye, Jhon. Ven un segundo. —mi hermano se acercó con cautela con la intención de salir corriendo en cualquier momento, cuando Hades puso sus manos a cada lado de su cabeza. Como supuse, Jhon salió corriendo hacia la puerta y Hades le agarró del cuello de la sudadera y le atrajo hacia sí de nuevo. Comenzó una especie de hechizo que le iba a borrar la mente y todo lo que había visto hasta ahora. —Listo. —dijo Hades cuando terminó. Jhon quedó en blanco y luego se cercioró de dónde estaba. Miró a Hades con confusión y luego a mí. Abrió los ojos por completo, como si estuviera flipando. ¿Aún le recordaba?

INFERNUS ©Where stories live. Discover now