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WHITE

Las horas pasaban y pasaban. Ángela se quedó dormida tras el arrebato tan repentino que sufrió hace poco. Phobos me llamó por teléfono cuando yo me encontraba en el balcón de mi habitación, siendo golpeado por la brisa fresca que empezaba a notarse en el Inframundo. Se sentía bien, pero sabía que algo malo estaba pasando. En el Inframundo no hace frío excepto en las catacumbas, por lo que mi instinto me decía que...

—Mi Señor...

Una voz conocida me sacó de mis pensamientos. Phobos se encontraba sentado delante de mí, al otro lado de mi escritorio en la oficina de mi castillo. Mi colega demonio me miraba con una ceja alzada y con su pelo blanco en punta.

—¿Qué te has hecho en el pelo? —Phobos frunció el ceño.

—¿Qué...? —Se tocó el pelo y se quejó cuando uno de sus cabellos puntiagudos se clavó en su mano. —Quería un cambio de look, ¿vale? Ahora, ¿podemos centrarnos en el problema de tu ex-esposa, por favor?

Su mención hizo que empezase a ver completamente rojo.

—¿Qué coño pasa con ella?

—¿Es que no me has escuchado? ¡Por el amor De Dios, Hades! —Se llevó las manos a la cabeza. —Joder, llevo hablando treinta minutos a una pared...

—No nombres a Dios en vano.

—Habló de putas la tacones... —Dijo en un susurro que había escuchado perfectamente.

—¿Perdona? ¿Acaso tengo que recordarte que soy tu jefe?

Se quedó pálido. Yo no mostraba ninguna emoción, y él sabe que ese momento es en el que soy más peligroso. Cuando hago creer a las personas que soy inofensivo y que no me molesta nada.

—Lo... lo siento, mi señor.

—Haz que preparen la comida.

—Sí, señor. —Phobos se dirigió hacia la puerta, pero un detalle apareció de manera fugaz en mi cabeza.

—Phobos. —el demonio se giró hacia mí. Mi cara de confusión no pasó desapercibida para él. —¿Dónde está tu hermano? —Phobos se encogió de hombros con el ceño fruncido.

—No lo sé, mi señor. —Una sonrisa burlona apareció en mi semblante ante su referencia hacia mí. —¿Ocurre algo?

—¿Por qué tanta formalidad, Phobos?

—Serás...

Cerró la puerta tras de sí hecho una furia mientras yo soltaba una carcajada llena de diversión. Como me gusta hacer rabiar a ese demonio. Su hermano y yo no tenemos una relación tan... estrecha. Deimos es una criatura complicada. Por eso su madre estaba aquí, hablé con ella sobre el comportamiento de Deimos no hace mucho, cuando Ángela pudo defenderse perfectamente.

Cerré los ojos y apoyé mi cabeza en el respaldo de mi silla. En la Tierra ya sería de noche. Ángela necesita algo de comer y yo lo sabía. Unos golpes en la puerta de mi despacho me despertaron de mi ensoñación. Una cabellera negra corta y ropa de cuero aparecieron en mi campo de visión.

—Deimos.

—Señor.

—¿Dónde estabas?

Deimos se quedó callado sin decir absolutamente nada. Levanté la ceja y le alenté a que se sentase donde hace poco estaba su hermano. Su rostro no parecía del todo convencido, por lo que entró en el despacho pero se quedó de pie y apoyado contra la puerta de madera oscura.

—¿Ocurre algo?

Negó con la cabeza, mirando al suelo. Es como si fuera un niño que acababa de hacer algo muy malo y no quiere decírselo a su padre. Intente comunicarme con Ángela mentalmente, pero no lo conseguí. Me levanté de un golpe y aparecí ante Deimos con una humareda negra, cogiéndole del cuello y levantándolo del suelo.

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⏰ Last updated: Jul 14, 2022 ⏰

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INFERNUS ©Where stories live. Discover now