Bárbara

90.6K 6.4K 608
                                    

Bárbara era probablemente la mayor enemiga de Alicia.

Ella le había dicho que las pastillas para dormir en una dosis excesiva era la manera más efectiva para dormir y nunca despertar.

Pero nunca pensó que Alicia sería capaz de hacerlo.

A veces se hacía pasar por su amiga. De esas amigas que sólo buscan verle el mal a las personas. Pero Alicia sabía sus intenciones, sabía que Bárbara era la persona más hipócrita del planeta y que sus "buenos consejos" siempre la llevarían al mal.

Barbara:

Esa mañana, como todas las mañanas amanecí sola en casa. Bueno, como la mayoría de las mañanas, ya que a veces mi novio Ryan se quedaba durmiendo en mi casa y en raras ocasiones, mis padres lo hacían.

Estaba dispuesta a darme una ducha para luego ir a la casa de Ryan y divertirnos un rato.

Cojo mi bata de baño y me envuelvo en ella. No sin antes ver por la ventana y asegurarme de que es un buen día para salir. Al asomarme, veo un carro de policía estacionado frente a mi casa y un oficial fuera de él verificando la dirección grabada en la pared.

Observo a algunos vecinos mirujeando y murmurando entre ellos desde su ventana sobre lo que ven.

¿Qué rayos pasa?

El policía se dirige decidido hacia la puerta de mi casa. ¿A quién buscaba? Obviamente a mí. Mis padres casi nunca estaban en casa y eso lo sabría un oficial de policía. Dos segundos después el timbre suena.

Me quedo pensando en bajar a atender a ese señor. Él se marcharía si nadie abría la puerta. Podía hacerle creer que no había nadie en casa, puesto que mi hogar parecía no tener ni un alma habitando dentro.

Un segundo timbrazo me distrae de mis pensamientos y me obliga a recapitular los últimos meses de mi vida y las cosas que había hecho. Tal vez alguien me estaba acusando de algo que hice o no hice. Tenía muchos enemigos.

O tal vez ese policía me buscaba para darme la noticia de que algo le ha pasado a mis padres en el transcurso de su viaje a Asia. ¡Dios mío!

El tercer timbrazo me hace saltar y me convence de ir a abrir la puerta.

El oficial se aleja de mi puerta y se dirije a la casa de enfrente a consultar con los vecinos si se encontraba alguien en mi casa. Las personas asienten y el oficial está de regreso en mi puerta.

Corro rápidamente a la ducha sacándome a bata y empapo mi cuerpo y mi cabello con agua. Vuelvo a ponerme la bata de baño y bajo las gradas para atender la puerta mientras escucho el cuarto timbrazo insistente. ¡Dios! Ese policía sí que era necio .

Abro la puerta y jadeo para fingir cansancio. Sonrío.

El hombre me observa de pies a cabeza. Trato de esconder mi cuerpo sólo cubierto por mi bata con la puerta.

—¿Es usted Bárbara Parker?

—Así es. —Dijo sonriendo aún.

No sé por qué razón me busca ese policía pero trato se mantener la calma. Su rostro me dice que no es por mis padres que me busca.

—¿Hay alguien más en casa? —Pregunta.

—Umm... No.

—¿Y tus padres? —Dice el oficial frunciendo el ceño.

—Ellos vienen a casa cada dos o tres meses.

—¿Tú te quedas sola en casa?

—Tengo 18. —Digo relajada. —Disculpe, el hecho de que porte un uniforme de policia, no me hace confiar en usted. Sigue siendo  un extraño para mi y está haciendo demasidas preguntas.

Él abre los ojos como platos y extiende su mano. —Bernard Paterson. —Se presenta.

Tomo la mano del policía saludandolo extrañamente. ¿Qué le pasa? ¿Qué busca?

—Mucho gusto. —Digo cortante. —Sigo sin entender el motivo del por qué está usted aquí.

Trato de comportarme seria con el tal Bernard. Tiene algo raro que no me inspira confianza.

—¿Conoce usted a la señorita Alicia Collins?

¿Alicia? ¡Cómo no conocerla!

—Por supuesto. Vamos a la preparatoria juntas.

—¿Qué relación tiene con ella? —Pregunta Bernard viéndome fijamente a los ojos. Su mirada es intimidante.

—Somos amigas. —Miento. Alicia  y yo jamás podríamos ser amigas. Pero ¿Por qué me preguntaba sobre ella? Él me observa con misterio. —¿Por qué?

—Alicia amaneció muerta esta mañana. Ella se ha suicidado.

¡MALDITA SEA! Estúpida, estúpida, estúpida Alicia. Seguramente me ha culpado de todo.

Estaba metida en un gran lío.

Finjo estar horrorizada por lo que acabo de oír. Cubro mi boca con mis manos y hago el mayor intento por humedecer mis ojos con lágrimas.

—No puedo creerlo. —Digo con la voz cortada. —Ella... Ella era mi amiga.

—Necesito que me acompañe, señorita. —Dice Bernard sin conseguir quitarme la mirada de encima.

—¿A dónde?

—A la casa se los Collins. Su amiga ha dejado una carta y usted es mencionada en la misma.

Mierda.

La Carta Suicida de AliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora