Alexander

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El chico de cabello castaño oscuro que cubría su frente y parte de sus ojos, delgado, alto y con hoyuelos en las mejillas había sido el novio de Alicia durante dos años. Se habían conocido en la preparatoria a la que ambos asistían.

Alicia en realidad se había enamorado de Alexander desde el primer momento en que lo vio fuera del salón del área de su especialidad.

Después de que Alicia le enviara algunas cartas de amor a Alexander, que la mayoría había escrito Pricila, pero eran palabras y pensamientos propios de Alicia, él se fue enamorando de ella, hasta que en la última fiesta del ciclo escolar de la preparatoria, Alexander se había animado a pedirle a Alicia que fuese ésta fuese su novia.

Alicia jamás había sido tan feliz, puesto que no había tenido buena suerte en el amor y relaciones sentimentales con los estúpidos chicos que la rodeaban.

Pero por primera vez, un chico que le gustaba, sentía lo mismo por ella y se sentía la chica más afortunada del planeta al tenerlo como novio.

Nadie había visto a Alicia más feliz que cuando estaba con Alexander.

Todos decían que él había venido a darle sentido a la vida de Alicia, lo cual era verdad.

Alicia era inmensamente feliz al lado de Alexander.

Alexander:

Me desperté esa mañana pensando en Alicia, como la mayoría de las mañanas.

Quise enviarle un mensaje de buenos días pero había olvidado cargar la pila de mi celular la noche anterior, así que éste estaba descargado.

Me levanté de la cama y lo primero que vi fue la foto de Alicia que tenía pegada en mi pared. Aquella foto que le había tomado con mi cámara el día que me llevó al bosque que quedaba cerca de su casa. Se veía preciosa.

Estaba desprevenida, y logré captar su perfecta mirada viendo a la luz del sol. Su cabello negro estaba suelto y tan liso. Llevaba puesta la misma playera que tenía el día que le pregunté si quería ser mi novia.

Ver esa fotografía de ella, de mi preciosa novia, todas las mañanas, me alegraba los días.

Escuché que llamaron a la puerta pero no presté atención. Mi madre bajo corriendo a ver quien buscaba. Minutos después ésta gritó mi nombre.

Bajé las escaleras preguntando quien me buscaba a esa hora y sin avisarme antes por un mensaje. Bueno, probablemente lo habían hecho, pero mi celular estaba apagado. Tal vez era Alicia.

Mi mente se puso en blanco al ver s un oficial de policía parado en la puerta de mi casa, el cual me miraba con cara de pocos amigos, como si yo hubiese cometido un crimen fatal.

Mi madre me miraba de la misma manera. ¿Qué rayos pasa?

-¿Alexander Dyren?

-Así es. -Respondí aún preguntándome por qué ese policía estaba en mi casa.

No había hecho algo malo en los últimos días.

¡Mierda! Tal vez mis amigos habían dicho toda la verdad sobre la marihuana que habíamos fumado el otro día. Joder.

Pero, hace tiempo que no fumaba. La última vez que lo hice fue la noche que pasé con Alicia en la casa de mi abuela, en donde ya no vive nadie. Aquella noche mágica.

-¿Sabes por qué estoy aquí? -Preguntó el oficial. Maldita sea, ¡No! ¿De qué rayos se trata esto? Negué con la cabeza. -Hoy por la mañana una joven de 17 años llamada Alicia Collins, amaneció muerta en su habitación a causa de una sobredosis de pastillas para dormir. Alicia se suicidó. Y por lo que tengo conocimiento, tú solías ser su novio.

Maldita sea, maldita sea, maldita sea. No puede ser. ¡Esto no puede ser verdad! Maldito oficial, estaba mintiendo.

Vi a mi madre con los ojos llorosos los cuales me decían lo siento mucho, hijo.

Eso me dijo que todo era verdad.

Sentí como mi mundo se derrumbaba.

La Carta Suicida de AliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora