Capítulo 25

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Lauren estaba vestida con un beanie, una chaqueta abrochada hasta el cuello, un pantalón y botas altas, todo de color negro. También estaba usando gafas de sol. La tatuadora creía que se trataba de la misma ropa que había usado la primera vez que se habían visto en la tienda de tatuajes, pero asegurarlo era difícil...

... Y lo era porque la ropa ya no se le veía igual.

A simple vista la tatuadora pudo notar su piel de un tono casi enfermizo, sus mejillas hundidas y su extrema pérdida de peso.

La chaqueta ya no se ajustaba perfectamente a su cuerpo, sino que bailaba con éste. Sus pantalones ya no tenían muslos que abrazar, y Camila estaba segura de que la pintora se había visto obligada a usar cinturón para que no se cayeran. Las botas altas ya no parecían una extensión de su cuerpo, sino una incomodidad para su caminar. El beanie estaba mal colocado, y la tatuadora estaba segura de que las gafas eran solo un terrible intento de ocultar algo. Su postura ya no era recta, y su mirada parecía haberse convertido en la mejor amiga del suelo.

Y no había seguridad en ella cuando se paro frente al atril, y no miró a nadie cuando comenzó a hablar.

Lauren: Buenas noches —Saludó.

Ya no hablaba en un tono firme y alto... Ahora su voz era un pequeño, roto y frágil susurro que el viento podría llevarse cuando quisiera sin pedir ningún tipo de permiso.

El estómago de Camila se revolvió y sintió unas terribles ganas de llorar.

Lauren: Gracias por venir a mi exposición... "Extraños Ocultos" es una idea que concebí cuando...

Pero Camila no escuchó ni una sola de sus palabras, pues estaba demasiado concentrada en sus manos temblorosas, sus labios quebrados y secos, sus mejillas sin color, su cabello despeinado y sin brillo y la visible caja de cigarrillos en el bolsillo delantero de su chaqueta.

Cuando había decidido ir a la exposición pensó que se encontraría con la misma Lauren de siempre. Pensó que estaría besándose con alguna chica en los baños y que le ofrecería un trío al que claramente se negaría.

No sabía por qué, pero pensaba que ver a Lauren besándose con otra chica le habría dolido menos que eso.

Lauren: Tal vez se pregunten que hay tras estas mantas —Dijo, y fue ese el momento en el que la tatuadora volvió a prestar atención a lo que decía. La mujer señalaba con una mano temblorosa el cuadro cubierto a sus espaldas... El cuadro que todos esperaban ver-... Yo... Un día perdí a mi abuela y decidí hacerme un tatuaje en su honor. Fue allí donde conocí a la a tatuadora sin tatuajes que pinté y cuyo cuadro está acá detrás... Al principio pensé que era linda, pero jamás creí que algo sucedería entre nosotras. Pero me equivocaba, por supuesto, porque la vida se diseñó para demostrarnos que estamos equivocados la mayoría del tiempo... Ella me abrazó ese día, y era la primera vez que alguien lo hacía desde la muerte de mi abuela. En realidad, era la primera vez que alguien me abrazaba de verdad en años... Estuve esperando para verla durante dos meses, pero tenía tanto miedo a decepcionarme que no volví a verla hasta que mi hermano murió y decidí hacerme otro tatuaje... La invité a cenar, y descubrí que ella era increíble. Luego tuve miedo, pues jamás había pensado que alguien era lo suficientemente increíble para mí, así que temí estar cambiando. No sé cómo explicarlo, pero una de las cosas que más amaba en esos tiempos era a mí misma, y la idea de perderme era torturante...

Ella hizo silencio unos momentos, y la tatuadora pudo apreciar las pequeñas lágrimas que descendían por las blancas mejillas de quien tiempo atrás había sido su pintora sin pudor.

Pasó un largo tiempo antes de que Lauren continuara con su discurso.

Lauren: Terminé rindiéndome ante el amor, y juro que fue la mejor elección que pude haber tomado en toda mi vida... -Y diminuta sonrisa melancólica que apareció en su rostro fue cómo un pequeño recordatorio de lo que había sido pero ya no- Ella aceptaba mis locuras e intentaba entenderlas. Ella amaba mi poco romanticismo y mis extrañas ideas. Ella ignoraba mi desorden y la persona que había sido en el pasado... Y yo a cambio la amaba cómo jamás imagine hacerlo. La amaba cómo solo un unicornio puede amar a su dragón. La amaba cómo solo una pintora deprimida puede amar a su tatuadora de libélulas.

La Tatuadora de Libélulas |CAMREN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora