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"Catalina ha venido por pocos días. Estaré hoy todo el día en la cabaña que ha alquilado recordando viejos tiempos. Por favor no te molestés. Dejé milanesa en el refri. Por hoy quedás a cargo de la cafetería".

Resoplé leyendo la nota a la vez que me llevaba una cucharada de cereales a la boca. ¿Posta? Debería aprovechar mi cargo temporal para echar a Mateo.

Si claro. Estaba claro que no podía hacer eso.

Abrí la cafetería luego de asearla y no tardó en llegar Mateo, esta vez no vino con su amigo.

—¿Te toca la biblioteca hoy? —preguntó Mateo al ver que me dirigía hasta ésta.

—No —respondí mientras ponía el letrero de cerrado.

Regresé hasta su lado y él me miró de reojo mientras se ponía el delantal.

—Entonces... ¿cómo has estado? —preguntó.

Mordí mi mejilla interna tratando de tragarme la reprimenda que quería darle.

—Bien —fue lo único que respondí.

—Ah...

—Buenos días —saludé a un cliente que entró.

Él se sentó directamente en la mesa, y yo agarré una carta antes de dirigirme a su mesa para atenderlo. Un cliente más llegó y Mateo fue a atenderlo rápidamente. Mientras tomaba la orden miraba de reojo a Mateo. No era el mismo, y eso era notorio.

No atendía con sonrisas gigantes ni hacía chistes, tampoco hablaba tanto como para tener que arrastrarlo de nuevo a la vitrina. ¿Qué le pasó?

La cafetería se fue llenando y agradecí que ambos estuviéramos lo suficientemente ocupados como para prestarnos atención el uno al otro.

—Propina —dijo un hombre con una sonrisa, poniendo sobre la factura un par de billetes, logrando que le devuelva la sonrisa.

Él salió de la cafetería mientras yo guardaba el dinero bastante alegre.

—Solo te dan propina porque sos linda —dijo Mateo.

Lo miré fijamente y él desvió la mirada.

—Es la verdad —insistió, sin mirarme.

—Odio eso de los hombres. Quitarle méritos a las mujeres porque son lindas —dije.

—No le pasa solo a las mujeres —dijo seguro de sí mismo.

—¿Entonces para qué hablás? Para empezar no te pedí la opinión de mis propinas —rodé los ojos exasperada.

—Te las doy porque soy tu amigo —dijo y casi que me arrebató la risa seca que escupió mi garganta.

—¿Amigos? ¿vos y yo? —dije mirándolo fijamente.

—Sí —asintió—. Siempre fui directo al decirte que quería que fuéramos amigos, espero que nunca lo hayás malinterpretado con algo más.

No lo podía creer. Mis mejillas tomaron calor de la rabia que sentía, sin embargo, sonreí como pude.

—Primero que todo, estoy segura de qué dijiste, VOS dijiste que yo era tu mejor amiga y cuanta gilada se te ocurrió decir, pero es obvio que no somos eso ni amigos tampoco. Y segundo, no sé quién rayos te creés, el centro del universo no sos. No sé quién rayos sos en Buenos Aires o qué, pero aquí no sos nadie, ni mucho menos delante de mí. ¿Me oíste? No quiero que volvás a hacer un comentario así, ¿entendido o no?

Cuando solté todas esas palabras no lo podía creer. Parecía que se me había contagiado la parlanchinería de Mateo.

Tuve que forzarme para no sonreír, esperando haber sido lo suficientemente dura como para afectarlo al menos un poco, sin embargo, quedo casi pasmada cuando pasa todo lo contrario. Mateo trataba de ocultar pésimamente la satisfacción en su rostro junto con la sorpresa, estaba claro al menos que no se lo esperaba, así como yo no entendía qué le había gustado de mi discurso.

—Entendido... —dijo medio anonadado.







Holiii. Muchas gracias por leer y comentar!!!<3 me hace feliz verlas comentando. Sé que poco a poco la historia está creciendo y solo puedo agradecérselo a ustedes<3

Actualizaré otro por si se quieren quedar un rato más<3

Snow ; TRUENOजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें