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Mateo atravesó una ventana del segundo piso y me invitó a seguirlo, lo hice temblando, pese a que allí estaba el techo, donde consecuentemente ambos nos sentamos. Desde allí podía ver a los demás, incluyendo al pibe del que nunca supe su nombre.

Carolina estaba allí también, miraba de vez en cuando hacia los lados y algo me decía que buscaba a Mateo.

El viento se sentía aún más fuerte y helado en ese lugar, y me sentía mal por Mateo, que había sido más listo que yo al traer la sudadera que ahora llevaba yo. Ahora solo llevaba puesta una camiseta negra con un rapero estampado en ésta.

—Debés tener frío —dije con la culpa en el pecho.

—Na, no me da frío a mí —dijo él con ese aire egocéntrico que me hacía reír.

—Si vos decís —le dije y él sonrió.

Su mirada se dirigió hacia la rubia y por primera vez no me sentí mal. Le gusta ella, y eso no tiene nada de malo. Estaba satisfecha con tener su sudadera y con este pequeño y hermoso momento que estábamos compartiendo aquí.

—¿Qué tal estuvo el beso con Carolina? —pregunté y él me miró alzando una ceja.

—¿Eh? No besé a nadie, boluda —dijo y yo largué una carcajada.

—Dale, si llegaste con la trompa toda roja —dije logrando que esta vez él riera.

—Estuvo bien, que sé yo —dijo él mientras su mirada se perdía en el horizonte.

No entendía lo que sentía por ella, era como si fuera la única chica para él, pero tampoco lucía como si estuviera loco por ella. Al menos no como cuando la vio por primera vez.

—El mío estuvo bien —dije y Mateo giró su rostro hacia mí como el exorcista.

—¿Ah? —preguntó desorbitado, logrando que riera.

—Es joda —aclaré y él rodó los ojos antes de sonreír también.

—Pelotuda —dijo y yo abrí la boca.

—Bue' —asentí con la cabeza repetidamente.

—No seás boba, sabés que solo jodo —dijo antes de acercarse más a mí—. ¿Posta nunca has tenido novio?

—No, no es la gran cosa tampoco —dije alzando los hombros.

—Yo creo que sí —musitó más para sí mismo, pero lo oí.

Ignoré lo que dijo y miré el horizonte lleno de nieve que se alzaba frente a nosotros.

—¿Alguna vez has dado un beso? —preguntó Mateo.

—No podés dejar el tema ahí, ¿no? —ironicé y él rio.

—Vos me preguntaste por mi beso con Carolina, yo creo que puedo preguntarte eso —dijo mirándome y yo sonreí antes de asentir.

—Y sí, tampoco soy tan fea, boludo —bromeé.

—¿Vos decís? —dijo él y yo lo empujé.

Entre risas volvió a acercarse a mí, esta vez tanto que su cadera chocó contra la mía.

—A ver... —Sus manos sujetaron mi rostro por las mejillas acercándome a él, su aliento a alcohol chocó directamente contra mi rostro activando todos mis nervios. Sus labios estaban demasiado cerca como para sujetarme a la cordura—. Si sos hermosa.

Sin poder evitarlo, sus palabras estiraron mis labios en una sonrisa.

—¡Mateo! —me quejé tratando de sacar sus manos.

—Bueno, tenés una que otra cosita que te cambiaría pero igual sos linda —dijo y yo rodé los ojos—Joda, estás hermosa así como sos. No podrías estar mejor.

El calor invadió mis mejillas y esta vez, diferente de ser agradable, me molestó un poco. ¿Por qué seguía siendo así?

—Ya estuvo el chiste, boludo —le saqué las manos y él alzó una ceja.

—Solo jugaba, aunque claramente no en la parte en la que te digo que sos hermosa. Sabés que lo sos, ¿no? —dijo Mateo y yo desvié la mirada— Dale boluda, no seás así.

—¿Cómo? —fruncí el ceño y lo miré de vuelta.

—Ese tipo de chica que sabe que está más buena que la milanesa pero finge que no lo sabe —dijo logrando que estalle en una carcajada.

—¡Mateo! —me reí por su forma de expresarse.

Él rio.

—¿Qué? Es la posta.

—No es así... —respiré aún con la sonrisa plasmada en mi rostro—. Solo que... cuando veo alrededor hay mejores minas que yo. Más lindas, más listas, más arregladas. Tienen mejores cosas que yo.

Mateo me miró fijamente, sin ningún atisbo de burla, logrando que me sintiera comprendida.

—Vos tenés algo que ellas nunca van a tener —me dijo y yo alcé una ceja.

—¿Qué? —pregunté y él hizo un gesto con la mano para que acercara mi oído.

Su boca se acercó mi oreja y disimulé el escalofrío al sentir allí su aliento cálido que contrastaba con el clima frío.

—A mí.

Bufé mientras él se reía.

—En realidad tenés miles de cosas que las otras pibas no, y sos hermosa, posta. Pero no vas a creer nada de lo que diga hasta que no lo creás vos misma. Yo solo digo, que para mí sos hermosa y única —dijo él, me miraba tan fijo que podía palpar la seriedad de sus palabras.

Me sentía extrañamente segura después de sus palabras. Aunque de todas formas, ¿por qué le gustaba Carolina si para él yo era hermosa y única?

La respuesta llegó a mi cabeza en segundos.

No elegimos nuestros sentimientos ni por quién los sentimos.

Así como yo no elegí mis sentimientos por Mateo.






Capítulo final de la noche. Mañana seguiré. Muchas gracias a las que llegaron hasta aquí conmigo y a las que lo lean mañana también gracias jajaja<3

Dios, esta historia me encanta tanto como compartirla con ustedes. Comenten la historia para saber qué piensan<3

Snow ; TRUENOWhere stories live. Discover now