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Mateo

Una sonrisa se deslizó por mis labios cuando escuché a Amber ir detrás de mí. Caminé sin girarme aunque estuviera tentado a hacerlo, solo para ver sus mejillas rosadas por el frío. Seguí de largo abandonando esos pensamientos para fijarme en los enormes árboles que nos rodeaban, todos con sus ramas invadidas por la nieve.

Los pasos apresurados de Amber se oyeron atrás, haciéndome saber que iba demasiado rápido, así que le bajé el ritmo para no dejarla muy atrás. Finalmente la vi a mi lado, el nerviosismo bailaba un poco en sus ojos, miraba de un lado a otro hasta mirarme a mí.

—¿Satisfecho? Deberíamos regresar... —sugirió pero negué inmediatamente con mi cabeza.

—¿Te asusta algo? —pregunté mirándola y por como desvió la mirada supe que algo generaba en ella.

—¡Para nada! He vivido por años aquí, conozco estos lugares y sé que no hay nada peligroso más que el frío del invierno... —Su mirada regresó a mí y yo alcé una ceja.

—Así que si no es el lugar... ¿qué es? —cuestioné, sabiendo muy bien la respuesta, tanto como que ella no me lo diría.

—Nada... —frunció el ceño y se adelantó.

Sin un ápice de vergüenza me acerqué y estrellé mi palma contra su culo, logrando que ésta diera un salto en su lugar antes de darse la vuelta con toda su cara roja por la vergüenza seguramente.

—¡Mateo! —me retó y yo largué una carcajada.

Sé que soy un confite con ella, pero me era inevitable no serlo. No me había sentido en confianza con alguien desde hace muchísimo tiempo.

—No volvás a hacer eso... —musitó y yo le resté importancia sentándome en la helada nieve. Por el tono en que lo dijo, supe que no lo decía en serio, así que lo haría las veces que quisiera. Aunque no debía hacerlo mucho, no quería provocar cosas que después no podría detener.

Menos mal tenía ropa abrigada, así no se me comía el culo la nieve.

—¿No te sentás? —pregunté al verla allí de pie aún.

Rodó los ojos y se sentó.

—Solo digo que sería mejor estar en la cabaña donde es... cálido...

—No lo creo —la contradije pero ella no agregó nada al respecto.

Amber no era una chica gruñona, no se enojaba con facilidad, pero a mí me gustaba joderla; sus límites eran mejillas rojas y malas miradas que duraban muy poco. Trataba de verse seria muchas veces y creo que no se daba cuenta de que en realidad solo lograba verse más tierna.

Ella tenía unos ojos marrón claro que lucían mucho con el color blanco de su piel; los lunares en sus iris se veían bien con las pecas que decoraban sus mejillas... y fuera de esos lindos detalles, estaban sus labios rosados y esponjosos. No debería preguntarme que se sentiría besarlos, pero de todas formas me lo cuestiono más de lo que querría.

Trataba de no prestarle mucha atención a sus atractivos, porque quería que realmente fuéramos amigos; además sabía que la forma en la que ella me miraba no duraría para siempre, la forma en la que ella se reía tan sinceramente conmigo no duraría para siempre en cuánto se enterara de la verdad.

Suspiré y me quedé mirando la nube blanca que se desdibujó muy pronto frente a mis ojos; sonreí y hablé:

—Hace un rato dijiste que has vivido mucho tiempo por aquí, ¿hace cuanto vivís aquí? —inquirí.

Se vio inmediatamente nerviosa por mi pregunta, cosa que solo encendió mi curiosidad un poco más, y sabía de por sí que era una persona muy curiosa.

—Y... hace mucho tiempo...

Por la forma en la que lo dijo supe que estaba evadiendo el tema, pero no podía frenar.

—¿Hace mucho tiempo...? —insistí.

—Ah... bueno, hace cuatro años que vivo aquí...

Por el bien de ella y de nuestra amistad me obligué a frenar mi lengua, pues sabía que la estaba incomodando, y aunque estaba muriéndome de curiosidad, no podía hostigarla así. Aun así, ella sola agregó:

—No por las mejores razones pero me siento muy... feliz y segura aquí...

No supe las razones esa tarde, sabía que pronto las sabría de igual forma; sin embargo, mi curiosidad se escondió cuando Amber comenzó a contarme sucesos extraños y graciosos de su vida, lo cual me invitó a hacerlo también.

Entre los árboles y el frío, sentí nuestra amistad crecer considerablemente. Y, siendo totalmente honesto, una amistad con ella no me satisfacía profundamente, pero ahora, solo quería tenerla a mi lado mientras acababan las vacaciones...







Primer capítulo narrado por Mateo, ¿qué les pareció?<3

¿Cómo están, bellas? Besos y abrazos de quien más las ama, o sea yo<3

Snow ; TRUENOWhere stories live. Discover now