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A las seis en punto ya estaba de pie, lista para recibir al nuevo empleado. Cuando oí la puerta abrirse, ignoré lo preocupada que estaba por mi sueldo y miré hacia la puerta con una sonrisa amable... que se desvaneció al ver que se trataba de Mateo.

—¡¿Pero qué hacés vos aquí a esta hora?! —reproché inmediatamente.

—Hola, un gusto. Soy el nuevo empleado. —La sonrisa en su rostro iba de lado a lado, tan enorme que me dieron ganas de golpearlo. Sin embargo, estaba tan aturdida que solo pude mirarlo por segundos, pestañeando y casi que sin respirar.

Hasta que logré pronunciar: —¿Qué?

—Lo que oíste, tu tía me contrató, ahora soy tu jefe —dijo y en otra ocasión hubiera rodado los ojos por su chiste, pero en vez, lo miraba totalmente confundida.

—¿Vos? ¿y por qué querés trabajar? Estás de vacaciones, hasta donde sé...

—No voy a trabajar siempre, solo dos veces a la semana y ya está. Todo está muy cool por acá, pero son dos meses que voy a estar aquí y ya empecé a cansarme de que mi abuelo me cuente la misma historia todo el rato —dijo él y suspiró—. Además, vos estás aquí y me parece que la pasamos bien juntos. A no ser que sea solo yo el que la pase bien, cosa que dudo, pero de ser así... me importa un carajo que sea así, me gusta compartir con vos...

Un cosquilleo invadió las comisuras de mis labios exigiéndome que sonriera, y aunque quise no hacerlo, no pude evitarlo. Con una pequeña sonrisa plasmada en mi rostro, confesé:

—No entiendo por qué la pasás bien conmigo...

—Ni yo... —contestó ganándose una mala mirada de mi parte—, es joda. No te lo vayás a tomar en serio —rodó los ojos haciéndome sonreír nuevamente.

—Aunque suene un poco raro, eres mi único amigo.

Sin darle más importancia a la situación, me di la vuelta para abrir la cafetería. En realidad quería evitar ver su expresión tras haberme expuesto tan rápidamente.

Sí, siempre había sido una chica solitaria, creo que ya les había mencionado un poco de eso antes. 

En algún momento, cuando di por "superada" la muerte de mis padres, quise acercarme a los chicos de mi colegio, pero su percepción sobre mí ya estaba hecha y no iban a cambiarla. Así que terminé el colegio siendo la aburrida y deprimida Amber.

Quizá luego de salir del colegio podría haber hecho nuevos amigos, pero todo el tiempo estaba pensando en la universidad y por ello solo me pasaba trabajando todo el día..., en realidad, no tenía tiempo de hacer nuevos amigos.

El esfuerzo de Mateo por pasar tiempo conmigo me enternecía y a la vez me asustaba, ¿cómo es tan bueno?

La jornada laboral empezó y la compañía de Mateo era aún más agradable que los últimos días, ya que además me estaba ayudando. Un par de veces tuve que regañarlo porque hablaba demasiado con los clientes.

—¿Ya podemos descansar? —preguntó Mateo. Miré el reloj y asentí antes de tomar un par de pasteles, café espumoso para él y un capuchino para mí.

Nos sentamos allí adentro porque hacía demasiado frío afuera, y gracias a eso, habíamos tenido muy buen trabajo hoy.

—No volví a ver a Carolina, boluda —dijo y negué con la cabeza.

—¿Otra de tus razones para venirte a trabajar acá? —Alcé una ceja y él imitó mi gesto.

—¿Celosa? —preguntó. 

El café se me atoró en la garganta y empecé a toser estrepitosamente tratando de reincorporarme.

—Sí, claro... —Ruedo los ojos y él se ríe.

—No era para tanto. Igual, no tiene nada de raro. Muchos amigos son celosos..., ¿vos sos celosa?

—Mmm, no lo creo...

—¿No lo crees? ¿has tenido novio?

Su capacidad para hacer preguntas personales sin un poco de vergüenza era impresionante. Su mirada fija en mí me presionaba pidiéndome una respuesta.

—No. —Traté de ser lo más cortante posible, pero él no dejó ahí el tema.

—¿Has tenido sexo?

El calor abrasó mis mejillas inmediatamente.

—¡Mateo! —reproché su pregunta y él solo se rió ante mi reacción.

—Dale, boluda. Podés contarme —aseguró.

—Bueno... no —desvié mi mirada, lo suficientemente avergonzada como para no querer ver su reacción a mi respuesta.

—Ya...

Tras su simple respuesta lo miré por el rabillo de mi ojo encontrándome con una mirada que logró que mi cuerpo entero se estremeciera, cosa que intenté disimular, puesto que no me quitaba un ojo de encima.

La vergüenza se apoderaba más de mí y me negué completamente a que me intimidara de esa manera. Estaba completamente segura de que Mateo no se fijaría en mí, le gusta Carolina y ambas somos lo suficientemente diferentes como para saber que yo no soy el tipo de chica que le atraería a Mateo.

Carolina lucía como una modelo, además de tener rasgos más atractivos que los míos (como sus notorias curvas), sabía lucirlo pese al invierno. Usaba ropa lo suficientemente a la moda y estrecha como para hacerle saber a cualquiera que su cuerpo era digno de una diosa.

Yo era más simplona, era delgada... pero con nada lo suficientemente llamativo como para incentivarme a usar el tipo de ropa que ella usaba. Además, el frío le ganaba a mis ganas de lucir bien, y usaba jeans anchos junto con suéter y abrigos enormes.

Por ello, segura de que yo nunca llamaría su atención, me convencí que no debía dejarme llevar por sus miradas... extrañas; ni siquiera por su forma de hacerme sentir especial. Debía convencerme de que él y yo siempre seríamos solo amigos.

No porque ya sintiera algo por él, sino porque sabía que sería fácil para mí sentirlo.

Mientras estábamos cerrando, Mateo se acercó a mí.

—Mañana iremos a esquiar. —Una sonrisa se formó en mi rostro por la forma tan segura en la que lo dijo.

—Tengo que trabajar...

—Ya le pedí el permiso a tu tía y, dijo que, como habíamos hecho un gran trabajo hoy, podías tener mañana el día libre —sonríe.

Una parte mía quiere agradecérselo, pero no debería tener días libres, así que suspiré antes de hablar.

—No debiste, Mateo...

—Sí, sí debí. No podés pretender solo pasarte tu vida trabajando y perderte de toda la diversión...

De repente me sentí muy ofendida.

—Pues es la vida que me tocó —me defendí.

—Yo puedo ayudarte, yo...

—¿Qué? —pregunté sin entender.

En sus ojos vi un nerviosismo que me contagió, pero él no dio más respuestas, solo agregó: —Confía en mí...






Holiiiis hermosuras. Gracias, gracias por leer y comentar la fic. Lo que más amo es leer los comentarios así que gracias, gracias, gracias. 

Ay, empiezan los secretos jijiji. Ahre, la peor risa del mundo.

Snow ; TRUENODonde viven las historias. Descúbrelo ahora