Una competición de tiros para hacer la cama

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-Ya verás el cabreo de Reyna y Thalia al ver el número dos. - Casi podía imaginarse la cara de indignación de la pareja al verse en un uniforme de un rango menor al que verdaderamente les corresponde.

Recibió un escueto mensaje de Quirón reclamando su presencia. El anciano era el símbolo del Séptimo Círculo, incluso en su día fue un capitán de equipo antes de retirarse, pero Annabeth más que un superior, a veces lo veía como un padre. Seguramente motivado por su forma sabia de hablar, guiándoles cuando se sentían perdidos en cualquier aspecto.

Se asomó a una de las salas de entrenamiento cuando escuchó risas y algún disparo ocasional. En otras circunstancias entraría de forma tranquila, pero podía ser Percy Jackson quien estuviese practicando y ese chico con un arma es un completo peligro.

-Voy a patearte el culo, ya verás - vio a Thalia sujetar una pistola frente a una diana a pocos metros, con Reyna a su lado también armada.

-Vas a quedar en ridículo. Harás la cama durante una semana cuando volvamos si gano.

De todo su tiempo en Empíreo, no recordaba ver la cama de Thalia hecha ni una sola vez.

Annabeth rodó los ojos divertida ante el sano pique de ambas, viendo a Thalia empujar a Reyna y poner las manos en su cara para que no acertase cada disparo. Incluso Reyna, la que aparentemente era fría y seria, molestaba a Thalia con unas pequeñas cosquillas para que igual fallase cada tiro. No era lo que Annabeth podía considerar un fructificado entrenamiento, pero sí se alegraba de verlas a ambas tan relajadas y felices.

Sin ser plenamente consciente, estaba siguiendo los pasos de Reyna en la vida, solo que con un poco más de retraso. Antes con respecto a lo que propiamente se conoce como amor, tenían la misma visión que Empíreo les había inculcado, una pérdida de tiempo y que a la larga pasaría factura para su puesto de soldado. Sin embargo, a Reyna se le terminó cruzando en su vida Thalia Grace.

A Annabeth, en cambio, fue Percy Jackson.

Ese chico que hacia agujeros en cualquier zona de la pared menos en los muñecos con diana incorporada.

No podía decir que Percy Jackson había empezado a gustarle sin ser consciente de ello, Annabeth es lo suficientemente inteligente para notar cómo disfrutaba de su compañía de un modo muy diferente al de su hermano Luke o incluso Charles. No le hacia falta tener experiencia previa en el amor para comprender sus sentimientos hacia el ojiverde.

Para su suerte o desgracia, Percy no parecía notarla en ese sentido, algo que entendía perfectamente dada la situación. Toda la atención de Percy estaba centrada en recuperar a sus mejores amigos y a su madre, algo lógico que conseguía que Annabeth apartase sus sentimientos en un segundo plano, por más difícil que pudiese resultarle a veces.

-¿Estás preparada? - le preguntó Quirón cuando Annabeth se sentó a su lado.

-Siempre lo estoy.

El hombre en silla de ruedas escuchó pacientemente todos los datos sobre la misión, incluidas la formaciones. Aunque tenían vía libre, Annabeth siempre prefería contar con su aceptación y consejo.

-Tenéis que controlar la salida de civiles, incluso de soldados que abandonan a su suerte - recordó Quirón. - No podemos abandonar a esa gente solo por ir a buscar a la familia de Percy.

-Lo sabemos, ahora mismo hay un grupo por la zona, estamos controlándolo cada día. Cuando lleguemos, seguirán allí mientras nosotros nos centramos en nuestra misión.
Quirón negó con la cabeza, acariciándose la barba y dejando la vista perdida en el horizonte.

-No, ese grupo tiene que volver en cuanto lleguéis - especificó. - En caso de que os pillen, es posible que Empíreo reaccione rápido en venganza, mandándonos tropas o más monstruos hacia nuestro hogar. No podemos tener tantos soldados fuera y poca seguridad aquí en casa. Nosotros no contamos con un gran número de soldados, a diferencia de ellos que no les importa sacrificar vidas.

Danger: El avance de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora