13. - Aquí vamos.

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— Uhm... creo que lloraría, ¡pero también encontraría la forma de ayudarlo! para eso están los amigos. ¿por qué la pregunta?— dejó el tenedor en la mesa pareja después bajar su mano y comenzar a rascarse la otra mano. ¿podría ser?... — ¿Bodoque?

El conejo no pudo hacer contacto visual así que solo se limito a suspirar, ahí fue cuando el chimpancé pensó que la había cagado, él... el ser más perfecto en el mundo ¿había hecho algo mal?

El peli blanco pasaba sus manos por donde se suponía que se encontraban los ojos, el conejo lo vió y pensó que lo mejor sería irse.

— Tulio, vámonos.— Se paró de su lugar.

— Iremos con Juanín.

— Obviamente, estúpido.— Tomó a Juanín por los hombros mientras se alejaba del lugar.

— ¿Por qué?... dime en qué puedo ayudarte... eres mi amigo Bodoque, no quiero verte mal, si necesitas algo buscaremos la forma de encontrarlo, ¿es por las deudas? ¿no tienes donde quedarte? quédate en mi casa, pero por favor... siempre has estado para mi, a tu manera, pero lo has estado.

— Juanín...— soltó un suspiro cansado, quería decir tantas cosas al mismo tiempo que no podía decir nada, quería irse lejos, no lo merecía, no merecía ese apoyo ni la ayuda, ni tener amigos que se preocuparan por él, solo quería acabar con todo.— gracias, estaré bien, lo prometo.— Abrazo al peli blanco por un corto tiempo, no quería acercarse mucho por las vendas.

El más bajo al separarse tomó al conejo por uno de sus brazos, sin malas intenciones, acción que no hizo reacción muy bien al conejo, pues inconscientemente hizo una mueca de dolor, cosa que no paso por alto el menor de altura, no era del todo ingenuo ¿no?

— Déjame ver.— como acto seguido levanto la manga de la camisa, un vendaje, alzó un poco este y logró ver lo que temía.— no lo...

— No le digas a Tulio... por favor, él, ahg... esto es demasiado difícil.— Apretó los labios.

A lo lejos venía él chimpancé que al parecer había tenido un pequeño percance al reclamar el porque los precios tan elevados de los pasteles, como acto seguido subieron al auto para ir camino a la casa de Juanín.

— Tulio... Juan Carlos debe decir algo.

Maldito Juanín.

— Oh si, ¿que es Bodoque?— Preguntó con una sonrisa sin dejar de ver el camino, apesar de sentir un ambiente pesado, él se encontraba en su mundo.

— Lo hice de nuevo.

— ¿El qué?— Preguntó con inocencia, aún mantenía su sonrisa.

El conejo alzó una ceja con duda, a veces Tulio se la pasaba de idiota. El auto estacionó frente la casa de Juanín y los individuos bajaron para caminar dentro de la propiedad.

— El brazo Tulio.— Dijo mientras le acercaba la extremidad al más alto, el cual borro de inmediato su sonrisa.

— Traere el botiquín.— Habló por lo bajo para después irse por lo mencionado.

— ¡Bodoque! Si te sentías mal debías decirme, no lo entiendo... por favor, dejanos ayudarte.

El peli blanco se acercó con el botiquín, para después pedirle al conejo sentarse, cosa que hizo resignado, mientras el chimpancé lo tomó para sentarlo en sus piernas y posar su barbilla en el hombro del conejo, aún con el ceño levemente fruncido.

Mientras el peli blanco daba ideas para ayudar a su amigo también limpiaba aquellas heridas, al igual que el conejo hablaba sobre lo que había pasado durante esos días, acompañado de alguna lágrima y por una vez más se sentía pequeño, pero sin una carga menos.

Tras pasar la tarde el ambiente se a ligero y comenzaron a hablar de manera más calmada, se sentía fresco.

(...)

— ¿Cómo te encuentras Bodoque?— Se acercó el peli blanco al ver la llegada del conejo junto al chimpancé, no preguntaría el porque, no era de su incumbencia, aunque tenía curiosidad.

— Bien, Juanín, gracias.— Sonrió levemente, para después pasar a la oficina con Tulio, solo para hacerle compañia, o por el hecho de que el chimpancé tenía miedo de no estar cerca del conejo.

— Bodoque, por favor ¿podrías quedarte un poco más cerca mientras estoy presentando el programa?— Trataba de arreglar su cortaba.

— ¿Tanto quieres que este cerca de ti?— Sonrió burlón, mientras el chimpancé sentía sus mejillas arder.

— ¡Por favor, Bodoque!— Reclamó avergonzado, antes de tener más cercanía el conejo solía hacer ese tipo de bromas, pero solía ser menos recurrente, ahora era el PAN de cada día, no le molestaban, pero si le avergonzaban.

— Bien, ya, sabes que ahí estaré, suerte Tulio.— disponía a irse de la oficina del chimpancé sin embargo este mismo lo detuvo con un abrazo.— ¿Tulio? hey, no haré nada lo juro, parece despedida.— Soltó una leve risilla nerviosa, lo tomó desprevenido.

— ¿No te gusta que te abrace?

— ¡No es eso! Es que, es raro.


— ¿Por qué es raro?— Alzó una ceja con duda.

— Solo me tomaste desprevenido, ya andando que se hará tarde.

El contrario simplemente siguió con el abrazo, el conejo noto que de la nada desde hace unos días el chimpancé lo abrazaba, no se sentía mal, de hecho le gustaba, pero quería saber el porque, no quería hacerse ilusiones.

Suspiro resignado para como acto seguido corresponder al abrazo del oji ámbar.— Me gustan tus abrazos.— Olía el perfume del más alto, un olor que ahora se había vuelto el pan de cada día, ya que el más alto lo dejaba impregnado en la cama del más bajo.

— Realmente valoro tu amistad, Bodoque.— Se separaba del conejo con una sonrisa.

— ¿Y si no siento amistad por ti?

¿𝙈𝙤𝙩𝙞𝙫𝙤𝙨 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙫𝙞𝙫𝙞𝙧? - 𝘛𝘶𝘥𝘰𝘲𝘶𝘦. Where stories live. Discover now