3.- Tal vez mañana

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— Me gustan las tardes frescas. — Hablo el conejo para sí mismo.

Se sostenía de la barandilla y soltaba algunos gimoteos, un dolor en la garganta era lo que le impedía hablar con normalidad, pero de todos modos, ¿a quién le hablaría? no había nadie más que él.
Y dolía, dolía como un carajo.
¿Cómo llegó a esto? Ya no importa, ya no había vuelta atrás. 

Comenzó a arrepentirse y a pesar de que por un lado pensó en volver atrás y cambiar su estilo de vida, mejorar y hablar realmente de sus sentimientos, sentimientos que llevaba guardando desde hace años.
Por el otro lado, ¿qué o quién le aseguraba que las cosas cambiarían? Todo esto era su culpa, debía acabar con el problema.

Tulio que lo miraba a una cierta distancia no tardo mucho para bajar del auto y correr hacia donde estaba su amigo.
¿Qué hacia ahí? Tal vez estaba ocupado grabando su nota verde, aunque, ¿por qué en ese lugar? Lo noto... mal.

Y ahí fue donde cayó en cuenta, recordó los episodios depresivos del conejo y sintió miedo, tantos momentos por los que paso en donde casi lo perdía, pero ahora era diferente.
¿Tan mal estaba? ¿Y si le hubiera hecho caso a Juanín? Tal vez así, esto no hubiera llegado a pasar, aunque sabía del estado emocional de su amigo nunca creyó que llegaría hasta esto, tenía miedo, ¿por qué nunca hizo nada para ayudar? Sus manos temblaban.

— ¡Bodoque, ¿qué haces?! — Exclamó preocupado mientras su voz temblaba, no lo haría ¿cierto?

— ¿Tulio? — Preguntó a pesar de que su garganta dolía, pero, ¿que hacia él ahí?

— Bodoque, vámonos de aquí por favor. — Se acercó con cuidado a su amigo. No obstante, salieron lágrimas de los ojos del chimpancé.

Él no lloraba por cualquier persona, pero Bodoque no era cualquier persona.

Bodoque movía su nariz, estaba sensible y algo le decía que si bajaba de ahí, e iba con su amigo todo estaría bien. Pero fue llamado por Tulio nuevamente, volviendo a captar su atención.

— ¿Por que llegar a esto? Bodoque podemos hablarlo, por favor. Sólo... baja de ahí, ¡hablemos, te ayudaré en lo que necesites! ¿Dinero? ¡Te lo doy! ¿Quieres mi trabajo? No te preocupes... T-también te lo doy. — Mordió su labio inferior levemente, mientras esperaba no haberse equivocado y una respuesta de su amigo.

— Basta Tulio, déjame en paz. — Exclamó Bodoque con cansancio, solo quería acabar con todo y ya.

— ¡Pero dime! En verdad quiero ayudarte, eres demasiado importante para mí. — ¿Tulio diciendo que alguien es importante para él?... Egoísta.

— No se trata de ser importante o no Tulio, aún así, gracias. — Estaba a punto de soltarse de la barda para caer, pero sintió como unos brazos pasaban por debajo de los suyos, enrollandolos en su estómago y siendo jalado con fuerza. — ¡¿Pero que te pasa imbécil?! — Dijo molesto Bodoque mientras miraba a su amigo.

— ¡Me asusté! ¡De verdad temía por tu vida! — Dijo el chimpancé con la voz temblorosa y como acto seguido tomó al conejo entre sus brazos y abrazó con cariño mientras lloraba como niño pequeño, aferrándose a su madre. — Déjame ayudarte por favor...

El conejo rojo no pudo evitar sonrojarse. Admitía que amaba que Tulio lo abrazara, así que solo soltó un suspiro y le acaricio la cabeza. — Ya, ya, está bien.

El ambiente no estaba mal, no sabían con exactitud la hora, pero el sol estaba en su punto, realmente no importaba. El cielo daba tranquilidad gracias a sus colores como el amarillo y naranja, llegando a combinarse, a los árboles que rodeaban el lugar y se movían a la par del viento.
Bodoque soltó un suspiro aliviado para luego volver a concentrarse en su amigo, el cual aún lo tenía entre sus brazos abrazado como si se tratara de un niño pequeño, no pudo evitar sonreír enternecido.
Amaba la idea de quedarse así con el más alto, sentía protección y calidez, realmente se sentía tan cómodo y a juzgar por su compañero que aún no se despegaba dedujo que sentía lo mismo.

— Bodoque, ¿pondríamos irnos ya? — Enunció Tulio con un tono de voz suave.

— Uh- si, ¿podrías irme a dejar a mi departamento? — Se levantó del suelo para después volver a tener ese semblante desinteresado.

— No lo creo.

¿𝙈𝙤𝙩𝙞𝙫𝙤𝙨 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙫𝙞𝙫𝙞𝙧? - 𝘛𝘶𝘥𝘰𝘲𝘶𝘦. Where stories live. Discover now