Capítulo 2: Domesticar.

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"Toc, toc, toc".

Golpeo delicadamente la madera para que el sonido sólo fuera escuchado por la persona del otro lado.

-"¿Contraseña?"-La voz de Bin salió con un toque de misterio. Eunwoo rodó los ojos ante la actuación.

En lugar de seguir el juego, decidió responder con algo que no fallaría -"Tengo dulces, los robé del banquete".

La madera se movió de inmediato como una puerta corrediza, una cabeza castaña se asomó -"¿Por qué no lo dijiste antes?"-Los ojos de Bin brillaron al ver las golosinas.

Eunwoo soltó una risa suave. Moon era un glotón, cualquier cosa que tuviera relación con la comida serviría para llegar a él.
Aunque eso era algo que sólo ellos dos sabían, uno de los tantos secretos que compartían juntos.

Soltó los dulces y se los entregó al otro niño. Bin se movió para darle espacio y dejarlo entrar al escondite.

Era una habitación secreta que habían descubierto en el edificio, la puerta estaba oculta detrás de un mueble.

El espacio era estrecho, pero lo suficientemente bueno para que dos niños entraran sin problemas. Y lo más importante, les ayudaba a ocultarse cuando se sentían sofocados.

Desconocían el propósito de este lugar, nadie parecía usarlo ya, el encontrarlo había sido pura casualidad, sin embargo, estaban felices de haberlo hecho.

-"¿Pudiste escapar sin que lo notaran?"-Bin preguntó mientras metía una golosina en su boca.

Eunwoo asintió terminando de acomodarse a su lado -"Fingí que quería socializar con otros niños para alejarme de mi padre, y después de eso, me mezcle entre los adultos hasta salir del lugar"-Tomó una de las golosinas del regazo de Bin y comenzó a comerla -"¿Qué hay de ti?"

Bin se encogió de hombros -"Hice lo mismo, supongo que incluso nuestros métodos son similares".

Eunwoo asintió de acuerdo mientras se concentraba en el sabor de la golosina, era fresa.

Tal y como estaba escrito; los Cha y los Moon, estaban destinados a encontrarse una y otra vez a lo largo de sus vidas. Especialmente en los eventos sociales.

Dentro de esas fiestas llenas de frivolidad, todos a su alrededor eran completos desconocidos, excepto Bin.

El niño comenzó a ser una cara habitual en su vida, aunque no quisiera. Y de manera inevitable, continuaron tropezando con el otro.

Con el tiempo, descubrió que no sólo sus estilos de vida eran similares, su forma de pensar también era la misma.

Por ello, Eunwoo siempre terminaba encontrando a Bin en los lugares dónde creía que serían un buen sitio para esconderse.

Y tras sus innumerables encuentros, el vínculo que comenzaron a forjar, se volvió más profundo de lo que planeaban al principio.

Bin ese convirtió en una constante en su vida, una presencia de la cuál tenía certeza que siempre estaría ahí. Era parte de su destino.

Eunwoo comenzó a preguntarse en algún punto, cómo podría nombrar a la relación que tenía con el heredero de los Moon.

¿Qué era Bin para él?¿Un cómplice? ¿Un socio? ¿Un compañero en el crimen? ¿Sólo eran eso?

Lo pensó muchas veces, y en todas ellas, llegó a la misma conclusión. Bin se había vuelto algo más que un simple conocido o socio.

Mientras más se conocían, se encontró así mismo siendo descuidado alrededor de Bin, bajando la guardia y sólo disfrutando de estar con el otro chico.

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