El Sempiterno Resplandor del Rocío

55 13 8
                                    

A esos huesos desdichados se les están escurriendo todos los tornillos
Por lo tanto, las piernas del fingidor
De verás
¡Parecen troncos talados!
Como alas de cera que pretenden arduamente conectarse con el sol de los días lejanos
Creyendo ciegamente que desciende desde truenos dorados
¡Ya no roza las ásperas amarras!
Donde en trozos incorpóreos, sus anclas no emergen por un ente creado en poética parsimonia

Invocando lágrimas desde el interior de los papeles
Porque aún no he aprendido a socavar, desde el desértico pozo, a los lacrimosos laúdes
Hundirse entre las hordas
ha sido su sublime auxilio ininterrumpido
Ya no le temo a las cenizas evocadas
¡Calma, llovizna!
¡Ya levará!

Por demás, casi enalteces a las flébiles llamaradas de nuestro faro mortecino
y, por lo demás, casi desfallezco, ininteligible, buceando entre diademas y camaleones
Aunque ya no percibo fielmente al tósigo marchitándose
¡Calma, llovizna!
¡Ya levará!

¡Ay, de los días!
¡Ay, de las horas!
¡Ay, del polen dual!
¡Péndulo macabro!
¡Cabrilleo tirano!
¡Seguiré en búsqueda de los seísmos!
¡De los manantiales y sus indómitos abismos!
¡Basta, delirante brizna!
¡Detente ya!

Ahogaré, sin más, a las mareas de tu tempestivo aroma
Mientras bostezan, alígeras, las fieras del mortero inconmovible
¡Rayos verdes!
¡Trinos de átomos volátiles!
¡Limo dulzón!

Sueño del espejo
Encandilando desde el insomnio hacia el absurdo matinal
Vientos desafiantes vienen y van
Es el rugido feroz del vendaval de las hojas secas
¡Ay, de los días!
¡Ay, de las horas!
¡Ay, del tesoro peculiar!

Hay un reflejo hialino
Entre el cielo y la mar
Como un tímido retrato del paisaje azulino
Ensoñadoras perlas confiesan suavemente las supernovas de tu enmudecido lagrimal
Reloj de arena
Ataúd de veleros
¡Va pronto, al despertar!
¡Va pronto hacia el despertar!

Cántico azulón de sus antífonas, me hallaste desde la plenamar de las Nereidas
y, por más naufragio, la isla casi enardeció a nuestras orillas desilusionadas
¡Oh, celaje navegable!
¡Oh, paraje ilusorio!

A bordo ya
Espero por el fuego invocado
¡De bajo bordo ya!

Pulpa y cáscara
La carne es atadura leccionista, una finita partícula de lo irreal
Como una despiadada ceguera que circula entre los tornasoles de la inmensidad
Entonces, concédeme tus revelaciones:
¿Has amado alguna vez?
¿O te has enfermado del corazón, tal vez?

Aquella mujer se torna ave feérica
¡Rocío singular!

Apagarse entre las álgidas resacas de las olas
Invocando lágrimas desde la sequía de mis manos cascadas
¡Es lo único que me concierne!
¡Oh, calma de iris!
¡Calma, llovizna!
¡Ya levará!

¡Oh, Melusina!
¿Te has despedido de tus abisales pulsaciones, de tus tonos escarlatas?

¡Oh, Hada melusiniana!
Ya no hay nadie en el puerto... esperándome
¿Cuándo lloverá?










ÁnimaremágnumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora