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Cuando lentamente te abres,
nuestros recovecos son como candelabros.

Un carozo estalla
en cantares.
Un cielo venéreo
nos regocija,
desde una tempestad tan anunciada.

Haz que llueva...
sin temor
palabras, caricias o saetas.

Dejarás tu ausencia
sobre mi verdadera presencia.

Cuando apaciblemente danzas,
solamente tú,
harás latir a su corazón encallado.

Dejarás tu ausencia
sobre el jardín presente de mi presencia.

En el estío,
desde los fascinados moluscos,
la llama interna se expande.








ÁnimaremágnumWhere stories live. Discover now