Los arbóreos sentidos de la carne

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Cada recoveco,
en palabras socavadas,
es una ceremonia de riberas,
anunciándose inhabitables.

Tal serenata nocturnal,
aquellas velas imperecederas
y los bramidos del marinero.
Cada puesta,
un hechizo en sus anhelos.

No hubo astrolabio,
que guiara en sus poros.
Las rocas aguardaron
al serpenteante encantamiento.

La oscuridad se anida
en las profundidades de su pecho.
Mientras vela a las aves
que cantan
sobre los arbóreos sentidos de la carne.
Pronunciando su arcano invierno
por venir...

Cada ocaso del coral,
es su corazón al encallar...




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