En pos de tí

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Le ofreciste un puente al instante,
descubriendo aguas de cielo
a través de tus manos
y, es por aquellos retazos,
semejantes a los tornasoles,
por el cual,
bailotean los matices de la floresta.

El hálito lozano
de septiembre se posa sobre los árboles...
Verdor del herbazal.
Verdor del cantar.

Mientras tanto,
sus ardorosos rubíes,
fueron rocas fundidas
para la sierpe.
Aunque nunca dejó de silbar,
su corazón volcánico...

Oh, anhelo mío
¿A dónde vas?

Su sangre era rosa roja,
verdor del jardín,
y ya la primavera,
abriéndose a la par,
transmutó tu granito a florescencia.
Hermosa florescencia,
floreciendo divina...

Le ofreciste un carozo al durazno del corazón
y, no sé si fue vapor,
si vahos cálidos,
quizá, temblores de perlas
o, tal vez,
aguaceros consumados sobre tus campos...
Explorados,
Ruborosos,
Expeditos.

Sin el áspero pufo de la carniza,
todo es angelicalmente sublime,
aún más
rodeando tus alados redondeles,
allí,
donde estalla la ausencia de luna.

Vertiéndose
en pos de tí...
Vertiéndose
en pos de divinas espesuras...

Le ofreciste,
por fin,
una flecha al tarareo.
Yéndote...
¡Oh, anhelo mío!

Aunque siempre te quedarás en mí,
como la espejada del sol,
siempre brotarás...

Como el amor siempre,
siempre serás la música
de los besos,
de los abrazos jadeantes,
de los sentires,
de los velos amantes...











ÁnimaremágnumWhere stories live. Discover now