Capitulo 3: El cafe sabe a culo.

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                       •El café sabe a culo•

SARAH.

Patrick y yo estábamos caminando rumbo a uno de los parques emblemáticos de Chicago, había varias personas que corrían de un lado a otro y otras las esquivaban. Mi vista se fue a un pequeño cachorro chihuahua que era sostenido por una viejita.

—Esos perros son el demonio en miniatura.—Patrick soltó una risa y yo hice lo mismo.

Había muchos puestos de comida y otros eran de juegos para ganar peluches. Recuerdo que a mi me encantaba ganar y no me iba hasta conseguir el premio más grande.

—Iré por una brocheta.—Patrick me susurró en el oído ya que había música que no nos dejaba escuchar—Vienes?.—negue.

—Iré a pasear un poco.—asintió y se fue.

Mire hasta donde iba y sonreí cuando empezó a coquetear con el muchacho de las brochetas. Metí las manos a mi chamarra y camine por el parque. Esquive a varias personas que venian en grupos y otras con sus hijos. Iba a pararme a ver cómo un sujeto tocaba el piano pero mi vista se fue hacia una chica con un niño pequeño.

Pensé que estaba delirando hasta que la chica se dio la vuelta y tomo al pequeño de la mano. Era Cloe.

Mire a los lados para ver si Patrick estaba cerca y cuando me di cuenta que no. Fui hasta ellos, el pequeño comía una rosquilla mientras la castaña le amarraba el zapato.

—Ahora Mark y tú tienen un hijo.—la castaña se sobresaltó y me miro con miedo.

—No..El..es.—tartamudeo.

—El es que?.

—Hermanita podemos ir a el carrusel.—la tomo de la mano y Cloe le regaló una sonrisa.

—Si pequeño vamos.—la castaña me dio una mirada para que la siguiera y eso hice.

Los tres caminamos hacia un pequeño carrusel donde el pequeño se subió aun caballito. Cloe y yo nos quedamos afuera hasta que el juego se acabara.

—Ahora eres tú la que me sigue.—solto mientras sacaba un cigarrillo de su pantalón.—Quieres?.—me lo extendió y negué.

—Nunca te seguiría.—la mire.—vine con mi mejor  amigo el cual se quedó coqueteando con un chico.

Soltó el humo y se dio la vuelta quedando de espaldas en la barandilla.

—Es mi hermano pequeño.—me miro con una pequeña mueca.—mi madre nos abandonó a nuestra suerte cuando yo tenía quince  y el apenas era un recién nacido.

hice una mueca y desvíe mi mirada hacia el puesto de algodones que había enfrente.

—Debe de haber sido duro lidiar con un bebé en tu adolescencia no?.—mi mirada se volvió a fijar en ella y asintió.

—Y más cuando no teníamos ni un techo ni comida.—se dio la vuelta para mirar al pequeño el cual nos saludaba alegremente.—el siempre fue la felicidad que me mantiene aún cuerda.

La mire de reojo y sus ojos estaban algo cristalizados.

—Solo hice lo que era correcto por el.—me miro y vi que una lagrima se resbalaba por su mejilla. Era la primera vez que la miraba llorar.

No se por que senti algo en mi pecho. Sentía la necesidad de darle un abrazo pero no lo hice ya que el pequeño nos gritaba de que lo bajáramos.

Cloe se secó la lagrima y fue en busca del pequeño, lo tomo en sus brazos y el me miraba con una sonrisa.

La última estación. Where stories live. Discover now