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27 de abril del 2019. Gran Corte de Justicia de Seúl, Corea del Sur, 4:00 p.m.

Se encontraban en la oficina privada del juez Lee, ambos abogados parados frente al escritorio mientras miraban al anciano hombre, quien se mantenía en silencio mientras anotaba unas cosas. Alexa sabía que arriesgaba el caso al traer a los testigos, pero el juez le había asegurado que no tenía de qué preocuparse, por lo que ahora sonreía, mientras que el fiscal Shin estaba impaciente. Había revocado su derecho a un abogado con la excusa de que perfectamente podría representarse a sí mismo, por lo que ahora solo esperaba que el viejo hablara para poder sacar todo lo que traía en la cabeza desde que lo habían arrestado cinco horas atrás.

Finalmente el juez les miró, pauta que Youngsoo tomó para hablar.

—Lo que sucedió allá afuera va en contra de cualquier ley y-

—Al contrario, fiscal, el arresto de un sospechoso extra durante un juicio no va en contra de ninguna ley de esta nación —interrumpió la joven mujer con una sonrisa—. Me sorprende que no sepa las leyes teniendo en cuenta su cargo como fiscal de distrito. —el detective Kim, a su lado, aguantó una risa.

Era gracioso como una mujer que medía menos del metro sesenta ponía de nervios a alguien como Shin.

—Pero me parece absurdo, ¿traer testigos nuevos de la nada a mitad del juicio? su señoría usted no puede permitir semejante--

—Claro que puede. —interrumpió el detective con un tono arisco, frunciendo el ceño. El hombre de tez morena media casi el metro noventa, por lo que era intimidante para cualquiera, incluso para el todopoderoso fiscal de distrito.

—A lo que el detective Kim se refiere es que toda evidencia es válida en el juicio si es verificable y validada por la corte, cosa que se realizó con semanas de anticipación al juicio. —explicó la asistente del fiscal. Shin bufó.

—Si la evidencia estaba ahí, ¿por qué nunca se trajo a juicio? —dijo el hombre, burlón. Ambos Kim de verdad querían romperle la cara, pero al menos en el caso de la menor, debía actuar formal y correctamente. Namjoon no dudó en mirar mal al asqueroso fiscal.

—Porque la evidencia me saca del caso —respondió el juez. Y aunque Shin se sintió aliviado por las palabras del hombre mayor, al ver la ligera sonrisa de su ex asistente y la arrogancia que emanaba el detective, frunció el ceño—. Tres de los implicados son nietos míos, niños que crié como propios, por lo que no puedo liderar el caso —el fiscal palideció de inmediato—. Por lo que me retiraré por el bien del caso. Pero he llamado al juez Nam para que continúe en mi lugar.

Ah sí, el juez Nam.

El juez que odiaba las entrañas de Shin.

El juez que había sido maestro de Kim Alexa.

Estaba jodido.

La baja pelinegra sonrió de lado y volteó a ver a su amigo, quién parecía con todas sus fuerzas, no sonreír. El fiscal estaba frito, no saldría de esta nunca. No con toda la evidencia que llevaban acumulando en su contra desde hace semanas, desde antes del incendio.

Shin Youngsoo no lo sabía, pero su tumba ya había terminado de ser cavada.

Shin Youngsoo no lo sabía, pero su tumba ya había terminado de ser cavada

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The Kids in the Dark - TXT AUWhere stories live. Discover now