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21 de abril del 2019, 8:29 pm. Gangnam-gu, Seúl, Corea del Sur.

Todos caminaban en silencio, con las cabezas bajas, casi como si les aterrase romper aquel estado en el que se habían sumido.

¿Sabían que ellos odiaban el silencio?

Los chicos en la osuridad, unas de las personas con más vida que nadie jamás hubiese conocido a pesar de lo que vivieron. Personas que vivían de la música y el ruido nocturno. Gente que brillaba en las sombras... estaban apagados.

Las pérdidas que habían tenido en tan solo un par de horas eran dolorosas de recordar por decir menos. Las mismas escenas repitiendose en sus cabezas una y otra vez, como un tortuoso bucle.

Sus amigos corriendo de regreso a la fábrica en llamas, gritos, llantos, el sonido del fuego deshaciendo la madera. Cuerpos aplastados por las bigas, el olor a quemado, los pisos cayendo. Y lo que quizá era peor: las desesperadas caras de Jungwon y Jake en medio del fuego en el primer piso, cuando estaban vivos, pudieron salvarlos.

Y Yeonjun seguía culpandose por no haber podido salvarlos.

La noche ya había caído cuando llegaron a Gangnam y algunos de ellos, cansados —con rastros lágrimas secas en las mejillas y la cara llena de ceniza— caminaban con niños en brazos tratando de perderse entre la usual multitud nocturna de ese distrito, sin llamar mucho la atención. Al menos así fue hasta que dieron con lo que parecía ser un centro departamental. No era la gran cosa en realidad, solo otro lugar lleno de apartamentos de tamaños distintos, sin embargo algo debía tener de especial pues Taehyun los había hecho pararse frente a él. Los once adolescentes se quedaron fuera unos minutos, observando el lugar, hasta que el único rubio caminó a la entrada con Jeongin en brazos y la mirada más seria que cualquier otro miembro haya visto.

Siguieron al chico sin pronunciar alguna palabra, algunos acomodándose a los niños que ahora estaban dormidos en sus brazos, y por alguna razón, el guardia de seguridad los dejó pasar sin hacer ninguna pregunta, solo dedicándole un asentimiento a Kang. Tomaron las escaleras, pues eran demasiados para el ascensor; pero aunque tuvieron que subir siete pisos, estaban tan fuera de si como para pensar en cansancio físico. Cuando por fin llegaron al que parecía ser el piso, tan solo caminaron un poco dentro del pasillo antes de que el único que sabía que hacían acomodara al pequeño de cuatro años en sus brazos y tocara una puerta despacio y pausado. Realmente no sabían que esperar, pero ciertamente no lo que tenían frente a ellos.

Jung Hoseok, el hermano mayor de Taehyun, había abierto la puerta y había mirado a su hermano con sorpresa mezclada con confusión y preocupación. Aunque era algo que podría esperarse, ¿quién no reaccionaría así al ver a una de las personas que más quería en el mundo y de el que no sabía nada desde hace bastante tiempo?

—¿Tae? —murmuró el mayor, mirando el estado su hermano y el del niño en sus brazos sin comprender como es que ambos habían terminado así, no tardó en mirar a los otros muchachos también, unos de ellos sangrando visiblemente— ¿Qué-? ¿qué pasó? —ninguno de los adolescentes dijo palabra alguna.

—¿Hobi? —habló una acaramelada voz desde adentro— ¿Todo bien? —pero Hoseok no respondió, esperando alguna explicación de parte de su hermano. Taehyun sólo lo miró apretando los labios— ¿Amor? —preguntó de nuevo el extraño, quién ya estaba cerca de la entrada.

—Lo siento —murmuró Taehyun mirando directamente al mayor. Otro chico, mucho más bajito que ambos pronto apareció en cuadro—. L-lamento interrumpir —balbuceó comenzando a mirar a otros lados, la herida de Jay comenzaba a ser más obvia—, no- no teníamos a donde ir y-...

The Kids in the Dark - TXT AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora