Lecciones 2

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Oliver estaba cansado después de una larga guardia en el hospital, había planeado cogerse a su prometida si salía temprano, no obstante habían llegado tres personas desangrándose por un accidente en coche.

Uno muerto, otro en coma y uno más luchando por su vida.

Hizo una llamada en la cabina telefónica para avisarle a su mujer que no regresaría hasta la madrugada e iba a fumarse un puro antes de volver a su trabajo, en eso un corpulento hombre lo tomó de la solapa de su bata.

—¿Oliver Sykes? Mi nombre es Chris Biersack, y soy representante del senado, creo que usted y yo necesitamos conversar un poco sobre alguien de mutuo interés, se llama Andy ¿le suena el nombre?

Oliver se estaba poniendo blanco, podía ver a otros dos hombres con pistola apuntando en su dirección, levantó las manos rindiéndose al instante, por lo menos su trabajo ya había sido catalogado, aprobado y distribuido por su asociación.

—No intente escapar, yo solo quiero platicar y ver si llegamos a un fructífero acuerdo, ¿te parece bien yerno?

Chris empujó al hombre hacia la puerta del hospital, no iba a permitir por ningún motivo que se desencadenara un maldito escándalo en su nombre, su hijo jamás había sido visto en público, así que sería sencillo fingir que había tenido una mujercita, de todas maneras Remington tampoco había sido muy conocido hasta que lo puso en administración, sino fuera porque era bueno con los números se habría deshecho de ese muchacho hace mucho tiempo.

Ambos eran una desgracia, por lo menos el mayor ahora servía de algo, pero una hija bien educada y casada con un héroe de la comunidad sería lo más prolifero para su carrera.

Andy estaba harto de oír a mocosos llorar, ya había atendido más de diez partos en las tres semanas que había estado ahí, relevado varios turnos en cuidado intensivos y entregando a los bebés a sus familias.

Ya se encontraba exhausto, ahora ni en la casa ni fuera de ella podía tener descanso.

Cambiaba sondas, suministraba los medicamentos, cambiaba gasas, llevaba alimentos, acarreaba camillas hasta ayudaba en operaciones, todo eso aunado a ser una enfermera bonita, hacían que fuera altamente solicitado.

Muchas veces se preguntó porque nunca nadie había notado algo mal con el enfermo, en los años que convivió con este pudo darse cuenta de sus manías, las jergas irregulares que utilizaba, lo perturbado que estaba y hasta donde era capaz de llegar.

Pero esta nueva faceta...

Era bastante gallardo, coqueto, carismático con su clientela, y aunque le doliera admitirlo era bien parecido, todas las mujeres del personal hablaban de su musculoso cuerpo, su porte tan masculino y esa virilidad en la cama que se comentaba entre charlas.

La jefa de enfermeras fue la primera en ponerlas a callar, conocía de antemano que él era la prometida de Oliver, ya que su "entrevista" de trabajo había sido solo una presentación ante los trabajadores de mayor jerarquía y una salida con el mandamás por unas cervezas mientras él convivía con su esposa.

Muchas mujeres le decían lo afortunado que era, el buen partido que había conseguido, que ojalá se embarazara pronto, e incluso las señoras mayores se reían cuando el mano larga de Oliver se burlaba de él, diciéndoles que hacían bonita pareja.

La obsesión tiene rostro de mujerNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ