"Baile de navidad I"

890 41 29
                                    

- Señor.- Dijo girándose desde la puerta.- Su hermana Ariana, ¿qué pasó con ella?

Notó cómo al decirlo la cara de Dumbledore palidecía considerablemente y sus ojos se ensombrecían. Le sostenía la mirada, pero Harry no estaba dispuesto a moverse de allí. Necesitaba respuestas. Respuestas certeras de qué era lo que pasaba. No podía seguir sin saber la verdad sobre algunos asuntos. Sin saber la verdad sobre Dumbledore.

- Usted tenía una hermana.- Continuó al ver que su profesor no contestaba.- Y un hermano también. Es gracioso, creo que antes de saberlo siempre me lo imaginaba tal y como es ahora. Con su barba blanca, sus gafas de media luna… nunca me planteé que tuvo un pasado.

- ¿Cómo sabes…?

- ¿Acaso importa cómo?- El silencio les invadió. Harry suspiró y se acercó de nuevo al escritorio.- Sabe todo de mí. Nunca he tenido secretos con usted. Era la persona más confiable a la que siempre podía recurrir.

- ¿Y ya no es así?

- Cuando alguien a quien quieres muere y te das cuenta de que la mayoría de las personas sabían más de él que tú… Digamos que comienzas a plantearte si esa relación era tan fuerte como creías.

- Mi vida… mi juventud… Hay cosas que no me enorgullecen, Harry.

- Lo entiendo.

Dumbledore se recostó en su gran sillón y se cruzó de brazos, metiendo las manos en las mangas de su gran túnica. Su cara permanecía inexpresiva, más de lo normal. Miró a Harry un segundo y, alzando los ojos al techo, comenzó a hablar.

- ¿Qué quieres saber?

- Sólo…- Se sentó frente a él y su tono se suavizó al notar cómo a su profesor le dolía hablar de aquello.- Sólo lo que usted quiera contarme. Yo… puede confiar en mí.

- Mi pasado no es tan blanco cómo muchos creen. Lo cierto es… que está teñido de más negro de lo que me gustaría.

- ¿Cree que le voy a juzgar?

- Deberías.

Otra vez silencio y Harry veía que aquello no llevaba a ningún lado. Si quería que Dumbledore confiara en él y le contara la verdad sobre muchas cosas tendría que ser él el que tomara la snitch por las alas y preguntara.

- Cuénteme la historia de Ariana, señor. La verdadera.

- Ariana… la preciosa Ariana… Ella era el ojito derecho de mi padre ¿lo sabías? Su única y pequeña hija…

- Su padre…- Harry dudó un segundo y continuó.- He oído que él…

- ¿Fue llevado a Azkaban?- Preguntó el profesor adivinando lo que pasaba por la mente del muchacho.- Es cierto. Verás… Cuando mi hermana tenía seis años tres chicos muggles la vieron hacer magia a través de los setos del jardín. Era ella pequeña y no podía controlarse todavía. Por eso, cuando aquellos niños le pidieron que volviera a hacerlo y ella no supo, ellos… ellos la atacaron.

- ¿La atacaron?

- Ellos no tienen la culpa. Sólo era unos chiquillos asustados de lo que veían y… fueron demasiado lejos intentando frenar eso que no podían entender.

- Pero… es horrible.- Decía Harry imaginándose lo que tubo que pasar aquella niña de seis años.

- Desde entonces, Ariana nunca quería usar la magia y eso la consumía por dentro. La magia de un mago es un poder muy fuerte, Harry. Si no dejamos que fluya por nosotros como algo natural puede llegar a volvernos locos.

- ¿Eso le pasó a ella?

- Su magia explotaba cuando no conseguía estar tranquila y controlarla, y había momentos en los que podía ocasionar accidentes… Pero el resto del tiempo Ariana seguía siendo la misma niña dulce de siempre.

𝑨 𝒕𝒓𝒂𝒗𝒆́𝒔 𝒅𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔Where stories live. Discover now