"Mi mejor Regalo"

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Noche profunda, de silencio y de calma. Noche antes de Navidad.

Harry se asomó a la ventana de su cuarto y se apoyó en la repisa. La nieve caía lenta y silenciosamente. Se había pasado su infancia odiando aquellas fechas. Viendo cómo su primo recibía millones de regalos y él sólo un par de calcetines viejos de tío Vernon. Sintiéndose solo. No teniendo a nadie… Pero al llegar a Hogwarts todo eso cambió. Empezaron las navidades alegres, de fiesta e ilusión. Los regalos de las personas que se acordaban de él. Las deliciosas cenas en La Madriguera. Y sobre todo, ya no había soledad. Entonces, comenzaron a gustarle aquellas fiestas.

Todos ellos, todas esas personas que habían compartido con él aquellos últimos años, habían hecho mucho por él. Lo sabía. No se trataba sólo de cosas materiales o actos concretos, sino de hacer que algo cambiara dentro de él. Todas aquellas cosas que habían hecho que todo esos años de tormento mereciesen un poco la pena. Todos esos recuerdos que le hacían conjurar los patronus más poderosos… Los Weasley con su amor incondicional y desinteresado. Hagrid, con su bondad e inocencia, que contrastan con aspecto tosco y bruto. Lupin y sus recuerdos, que ahora se han convertido en los suyos propios. Dumbledore y su fe ciega en él. Sirius, lo más cercano que nunca tuvo a una familia. Hermione con su preocupación y amistad constante, siendo la voz de su conciencia. Ron… simplemente su hermano. Y Ginny… Siempre ahí. Metiendo el codo en el plato de la mantequilla, arriesgando su vida para salvar a Sirius sin hacer una sola pregunta, compartiendo con él los momentos más felices que ha pasado… Ginny. Siempre Ginny.

Si pudiese le pegaría una colleja a su yo de catorce años por haber sido tan ciego. Por haber estado mirando hacia otro lado.

Todos ellos habían logrado que se sintiera menos solo.

Y ahora volvía a ser Navidad. Volvía a echar de menos a sus padres, a Sirius…

Se imaginó sentado afuera de aquella tienda de campaña, pasando frío y felicitando a Hermione por Navidad. Los dos allí, solos, sin nadie. Siendo Navidad pero no sintiéndola. Aquello era incluso más triste que las fiestas con los Durley. No tenían a nadie con quien compartirlas. Nadie.

Ron roncó cerca de él y Harry sonrió. Nunca pensó que echaría de menos los ronquidos de su amigo, pero aquellos días tristes sin él comprendió lo mucho que les hacía falta, tanto a él como a Hermione.

Fuera seguía nevando, ahora con más fuerza. Era pronto todavía. El cielo estaba negro y la luna muy alta. Faltaban horas para que nadie se desertase, para que los elfos fueran a las habitaciones y dejaran en silencio todos aquellos regalos.

Regalos… El tenía el suyo. Se lo habían hecho. Alguien, no sabía quién. Un hechizo, una poción, un viaje en el tiempo, el destino, las estrellas… Algo. Alguien. Pero estaba allí. Pasando la Navidad con quienes querían. Ese era su regalo.

Y quería hacer algo él también. Quería que las personas que amaba pasasen las mejores fiestas de su vida. No sabía si luego todo acabaría, si alguien lo recordaría… Pero quería hacer que esas Navidades fuesen especiales. Porque él, todos, se lo merecían. Tenía ventaja, sabía lo que iba a pasar. Conocía cómo iba a ser el baile, cómo iban a ser esos días e incluso los próximos tres años. Algo se le tenía que ocurrir para hacer felices a todos de alguna manera…

Una sonrisa cruzó su cara. Quizá sabía por donde empezar…

Bajó las escaleras haciendo el menor ruido posible, no quería otro motivo más para que le castigaran junto a los elfos al día siguiente. Se apoyó en el respaldo del sofá y se removió el pelo algo nervioso. Suspiró.

- Empecemos… ¡Dobby!

Un "crack" y el pequeño elfo estaba delante de él, mirándole con sus enormes y saltones ojos verdes y con esa sonrisa traviesa que él tenía.

𝑨 𝒕𝒓𝒂𝒗𝒆́𝒔 𝒅𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔Where stories live. Discover now